Juan Pablo Colmenarejo-ABC

  • Negociación con los sindicatos

La negociación de la prórroga de los ERTE tiene al Gobierno a un lado de la mesa y, al otro, cada vez más cerca, a empresarios y sindicatos. Ni a los sindicatos les ha gustado que el Ministerio de Trabajo propusiera que a partir del 1 de octubre los ERTE restarán meses del subsidio de paro, recortando derechos, ni a los empresarios les ha cuadrado la cuenta de lo que dice el Estado que le cuesta, cada mes, el pago de este limbo laboral. Bien al contrario, creen que la cifra está inflada para así poder pegarle un tijeretazo y ahorrarse unos cientos de millones que no tienen en la caja. La última propuesta que dejaría sin cobertura a medio millón de personas, al excluir al comercio y a la hostelería, ha puesto el acuerdo al borde del colapso.

La ministra de Trabajo y de Podemos, Yolanda Díaz, promete «certidumbres y confianzas», lo que no deja de provocar cierta perplejidad a diez días de que se termine el plazo de vigencia de un sistema de protección que flexibilizó la reforma laboral del PP, con el respaldo de la Unión Europea. Hay dinero europeo fresco y disponible para los ERTE, pero admitir la realidad no sería propio de un Gobierno que recrea y basa su comunicación política en la agitación de los sentimientos. La palabra rescate, ni en pintura, aunque sea verdad. Eso es cosa del PP.

Mientras la segunda ola del virus se expande con muy malas intenciones y la crisis económica empieza a extenderse ya sin prisioneros, se negocian cesiones políticas al independentismo y al partido de Otegui, al que se pide perdón acelerando las prebendas penitenciarias de los etarras. No parece que haya prisa para aprobar unos presupuestos que tienen que ser negociados con la Unión Europea. Cuanto más tarde, mejor. Que la realidad no estropee la comunicación política. Sánchez deja pasar el tiempo, apura los plazos y sigue también con el desgaste de su socio de Gobierno, al que tira piedras escondiendo la mano, como en el caso de la negociación de la ministra de Podemos con los empresarios y sindicatos. El presidente del Gobierno juega con ventaja y con dos barajas, por lo menos. Su habilidad para encontrar culpables está tan consolidada como su resistencia a la verdad. Ahora le ocupa hacer a Ayuso lo mismo que a Rajoy mientras más de 800.000 personas siguen esperando, con incertidumbre y desconfianza, en el corredor de los ERTE.