VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 26/04/16
· Tiene todo el sentido que la campaña electoral a la que nos enfrentamos no sea ni remotamente parecida a las que hemos venido sufriendo hasta ahora. Primero, porque todo lo que los partidos nos tenían que decir nos lo han dicho ya. Todo lo que se refiere a las culpas de unos y otros por no haber querido pactar con el adversario y haber imposibilitado así la formación de un Gobierno lo hemos visto con nuestros propios ojos y cada uno de los electores tiene una idea muy precisa de cómo han sucedido las cosas y qué ha hecho cada uno. De modo que esa letanía nos la deberían ahorrar porque corren el riesgo, todos, de ahuyentar aún más al electorado si le siguen dando la matraca con este asunto.
También nos deberían ahorrar los debates en televisión si van a ser utilizados para seguir haciéndose los reproches recíprocos que ya hemos escuchado en estos últimos cuatro meses y que, en ese caso, sonarían como el Cuento de la Buena Pipa, que como saben los que ya tienen una edad, es el cuento que nunca se acaba.
Como es sabido que ninguno de los partidos que concurren a estas elecciones repetidas nos van a desvelar cuáles son sus auténticas intenciones de pacto una vez que se abran las urnas, resulta que los electores se van a quedar sin saber lo que probablemente sea lo único que les importa a estas alturas: a dónde va a ir a parar finalmente su voto. Porque lo que ya no podrán hacer será repetir el juego que han estado practicando hasta ahora y que se ha demostrado estéril, así que sería bueno que nos aclararan qué combinaciones reales de Gobierno estaremos apoyando cada uno cuando metamos nuestra papeleta en la urna.
Este asunto y la exposición detallada de su programa son las dos cosas que tienen interés en la campaña que está a punto de empezar. Pero para explicarlas no son necesarios ni los mítines grandiosos ni los carteles inundando las calles ni el buzoneo para que el elector ya salga de su casa con su voto en el bolsillo. Tampoco hace falta que los candidatos vuelvan a recorrer España de punta a punta y visiten mil pueblos, porque sus habitantes se acuerdan perfectamente de que ya les visitaron hace nada y no se han olvidado de lo que entonces se les dijo. Porque lo que aquí sucede es que esto es como examinarse en la convocatoria de septiembre o casarse por segunda o tercera vez: que ya se lo sabe uno de memoria y es preferible ahorrarse las alharacas.
Por tanto, sería deseable, más bien exigible, que los partidos políticos no irriten más al personal gastando en exceso en un campaña sobre la que ya lo sabemos casi todo. Debería limitarse a unas explicaciones detalladas y veraces de lo que se proponen hacer si acceden al Gobierno y no enzarzarse en grandilocuencias propagandísticas que estarían fuera de lugar y que probablemente se volverían en su contra.
Por eso el Rey ha recibido de tan buena gana la propuesta hecha por el diputado de UPN al presidente del Congreso, en la que sugiere que los gastos de esta campaña repetida se reduzcan en un 30%. Y aún se podría recortar más. Con una buena utilización de los medios de comunicación llegarían a todos los votantes y nos podría salir muy barato. Porque lo que ya no se puede pedir a la población es que, además de poner el voto, pague la juerga.
VICTORIA PREGO – EL MUNDO – 26/04/16