IGNACIO CAMACHO – ABC – 10/06/16
· El Gobierno confía en que lo salve el PSOE a título casi póstumo, lo que equivale a pedirle su salvavidas a un náufrago.
No funciona. La estrategia del miedo no le arranca el motor al PP y en cambio su efecto de polarización beneficia a la extrema izquierda contra la que llama a votar. Eso es lo que dice el CIS en una macroencuesta cuyo dato más alentador es el número de indecisos, es decir, la posibilidad de que equivoque el pronóstico. Si lo acierta, el empate de diciembre quedará roto a favor de una izquierda con el eje cambiado, dominada por la coalición radical que Pablo Iglesias ha vestido de camuflaje. Con Rivera estancado –su papel conformista de bisagra tampoco convence a más electores–y Sánchez hundido, a Podemos se le despeja la pista de aterrizaje en el poder. Si no en verano, a la vuelta de una legislatura corta de no más de dos años.
La única esperanza del marianismo se cifra ahora… en el PSOE. En un PSOE descalabrado y en llamas, abierto en canal: la peor situación para generar una expectativa de confianza. Hasta Susana Díaz tiene comprometida su victoria en Andalucía. La derecha se consuela contándose a sí misma el cuento de la lechera: relevo inmediato de Sánchez, una gestora con peso de la vieja guardia socialdemócrata y un rasgo patriótico de generosidad de Estado que deje paso a la lista más votada. Puro voluntarismo.
El debate interno abriría en canal al partido y en esas condiciones anímicas lo último que se puede pedir es un sacrificio de estabilidad, un aliento de racionalidad moderada. Pero incluso si se produjese, y si además el PP lograse –con o sin Rajoy—un acuerdo con Ciudadanos, sólo podría salir un Gobierno en minoría condenado a un mandato frágil con una agenda de ajustes antipáticos. Y con Iglesias al frente de la oposición, agitando la calle para acelerar el desgaste y erigido en alternativa de una revancha pendiente y probablemente rápida. Poder precario para hoy, incertidumbre para mañana.
Es cierto que el CIS tiende a sobrevalorar a Podemos. Que tal vez su distancia con el PSOE sea al final más estrecha, aunque no hay un solo estudio que contradiga la hipótesis del adelantamiento. Pero el bloque de izquierda va por delante porque el ómnibus radical arrambla con los escaños que otorgan los coeficientes residuales del reparto. Porque C´s tiene techo bajo y porque la candidatura de Rajoy, pese al amplio y estable respaldo de la franja de edad más alta, no tira de su propio electorado. El bipartidismo va a pagar el precio de enfrentarse a la repetición de los comicios sin resolver el clamoroso deterioro de sus liderazgos.
Este estado de opinión pública refleja una derecha suicida, renuente a aceptar el peligro, confiada a albures y solipsismos alentados desde el desconocimiento de la realidad. Una derecha que confía en que la salve el PSOE a título casi póstumo, con un inverosímil legado testamentario. Una derecha incapaz de rescatarse a sí misma y que encima espera que le ceda su salvavidas un náufrago.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 10/06/16