Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 8/2/12
De las muchas lecturas que se han hecho estos días sobre el resultado del congreso del PSOE hay una que brilla por su ausencia: la relativa a cómo se han comportado, territorialmente hablando, las delegaciones reunidas en Sevilla en la elección del secretario general.
El asunto ha sido, para decirlo en dos palabras, que la práctica totalidad de esas delegaciones -y, desde luego, todas las cuantitativamente importantes- han acudido divididas al congreso, en algunos casos por mitad, respecto al candidato que iban a votar. Todas, menos una: la catalana. Ha habido, pues, delegados andaluces, extremeños, gallegos, madrileños, canarios, castellanos o aragoneses que han votado por Rubalcaba y que lo han hecho por Chacón, de modo que en la única delegación en donde llamativamente no se ha dado tal pluralidad ha sido en la que enviaba el PSC: nadie, o prácticamente nadie, ha votado a Rubalcaba.
El hecho es más significativo si se tiene en cuenta que Carme Chacón (Carmen no hace tanto) había jugado sin rubor, antes de pensar en otras ambiciones, al catalanismo en el que anda embarcado su partido, catalanismo que se traduce, por ejemplo, en exigir un modelo de financiación que, según palabras de Rubalcaba, resultaría «ruinoso» para otras autonomías; o en reducir la presencia del castellano en las escuelas catalanas a dos horas semanales: menos, desde luego, que el inglés.
Pues bien, para sorpresa de quienes desde Cataluña llevan mucho tiempo jugando irresponsablemente a enfrentar a esa región con las demás, lo cierto es que varios cientos de delegados socialistas, en representación de varios miles de militantes del PSOE, han considerado -como era de esperar- que el hecho de que Chacón fuera catalana no era un impedimento en absoluto para que pudiera ser secretaria de su partido y, después -lo que iba en el paquete-, candidata a la presidencia del Gobierno.
En contraste con ese comportamiento abierto, nada identitario ni sectario, el PSC ha actuado de un modo monolítico, defendiendo la de Chacón como una candidatura catalana y volviendo a amenazar, tras su derrota, con replantear las relaciones entre el PSOE y el PSC. En una palabra: quieren que una de sus militantes mande en el partido y en España? pero quieren ir por libre.
Ese comportamiento constituye toda una metáfora de cómo se entiende desde el socialismo nacionalista catalán su relación con el conjunto de España. Un socialismo que defiende esa memez de que los separatistas los crean unos supuestos separadores españoles que rechazan a Cataluña. Todo es un cuento chino: la simpatía española hacia Cataluña (como hacia Murcia o La Rioja) resulta tan evidente como las prevenciones del llamado catalanismo respecto al resto del país, según ha vuelto a demostrarlo el congreso del PSOE.
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 8/2/12