Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo

En la presentación e los datos de las compañías eléctrica se ha hablado de la energía nuclear. Ya sabe que, si nadie lo remedia, las centrales nucleares se encuentran en la antesala de su definitiva demolición. Ya que la decisión es irreversible, ¿debemos conformarnos con mirar el espectáculo con apatía y desinterés, o es mejor reaccionar y repensar de nuevo las decisiones adoptadas hace años, con otro entorno económico, en medio de otras consideraciones sociales y con determinadas actitudes populares hoy superadas?

Vamos a ver. El producto, es decir la electricidad, es cada día más necesario. Las compañías han duplicado la demanda recibida entre el año 2021 y 2023 y la han triplicado en 2024. Y eso considerando tan solo la demanda industrial normal, sin contabilizar la doméstica ni las industriales digamos ‘especiales’ como son los centros de proceso de datos o la producción de hidrógeno. Por otra parte, la apreciación social ha girado 180 grados. Los entornos más próximos a las centrales, que eran antes quienes más se oponían a su construcción, son ahora los que más se oponen a su demolición. Todos ellos han comprobado que los beneficios reales obtenidos superan con mucho a los supuestos perjuicios causados. Las centrales nucleares construidas con tecnología occidental, acuérdese de Fukushima, pero olvídese de Chernobyl, no provocan muertes y evitan las que se hubiesen producido al generar esa energía con cualquier otro método. Hoy, la taxonomía europea clasifica la energía nuclear en el capítulo de las energías ‘verdes’, a lo que habría que añadir la estabilidad que proporciona a la red, mejorando mucho la calidad del servicio, más las inversiones inducidas que provoca. Se calcula que por cada giga conectado se invierten 10.000 millones en la industria.

Entonces, ¿cuál es la razón que justifica ese avance temerario hacia su cierre total? Hay dos. La primera es de tipo económico. La energía nuclear no es hoy rentable. Y no lo es por culpa de la elevada carga fiscal que soporta. En total, carga con 28€/MWh, más o menos el doble que en Francia. El coste total de operación es de 68€/MWh y el precio de los futuros de la electricidad fluctúa alrededor de los 56€/MWh. Si reducimos la fiscalidad al nivel de Francia, sería rentable. La segunda razón es política y consiste en la pereza que da abrir ese debate, que no da votos, pero puede quitarlos.

¿Es razonable obviar el debate? ¿Es sensato cerrar las centrales sin calcular seriamente y sin apriorística sus consecuencias? No, no lo es. Y recuerde que después no se podrán reconstruir…