Hace tiempo que el 1 de mayo dejó de llenar las calles de las principales ciudades españolas. El descrédito de los sindicatos en los últimos años, tras verse salpicados por escándalos de corrupción, unido a su falta de sintonía con los trabajadores, sobre todo con los más jóvenes, ha cambiado el rostro del Día del Trabajo.
Atrás quedan los años en que los trabajadores abarrotaban las calles coreando consignas y mostrando pancartas con orgullo. En las últimas convocatorias, por el contrario, han sido muchos más los que se paraban a mirar que los que participaban activamente. Conscientes de esta deriva, aunque les cueste reconocerlo, UGT y CCOO han elegido para este Primero de Mayo un lema que no puede ser más explícito: «No hay excusas, a la calle».
Los sindicatos quieren recuperar la fuerza que han perdido en los últimos tiempos a través de las movilizaciones, y para ello han convocado hoy 73 manifestaciones en toda España. Salen a la calle para exigir «empleos estables, salarios justos, pensiones dignas, más protección social y derogar las reformas laborales». Objetivos que consideran «básicos» en un país con «desempleo masivo»» y donde «el tufo de la corrupción aflora con toda su crudeza».
Para el secretario general de CCOO, Ignacio Fernández Toxo, «estos son motivos suficientes para llamar a la ciudadanía, trabajadores y desempleados a acudir a las manifestaciones». UGT y CCOO consideran que es necesaria una doble estrategia, que combine negociación y movilización, para que estas reivindicaciones lleguen a buen puerto.
Con las negociaciones con la patronal sobre el pacto salarial estancadas, la calle se perfila como un elemento esencial para los sindicatos para ganar músculo. Por eso, el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, instó a los trabajadores, durante la presentación del lema del 1 de mayo, a manifestarse y lanzar «un grito que exija responsabilidades políticas con la situación de corrupción que atraviesa el país». «No es soportable levantarse cada día escuchando un nuevo caso de corrupción y viendo que no se toman medidas», añadió.
Los sindicatos saben que su fuerza reside en su capacidad para movilizar a los trabajadores. Pero no ignoran tampoco que se han visto golpeados en los últimos años por el desencanto y el descrédito que sufren también los partidos políticos.
Además, los cambios en el mercado laboral con mayores tasas de temporalidad y precariedad, y una reforma laboral que ha mermado el poder de los sindicatos en la negociación colectiva son otros de los motivos que explican el desgaste que han sufrido las organizaciones sindicales en los últimos años. Desde 2011 a 2016, UGT y CCOO han perdido más de 500.000 afiliados (275.429 el primero y 229.880 el segundo), según datos de las propias organizaciones. UGT ha pasado de tener 1.206.987 afiliados en 2011 a 931.558 el año pasado. Por su parte, el sindicato que lidera Ignacio Fernández Toxo tuvo en el último ejercicio 909.711 cotizantes frente a los 1.139.591 de hace sólo cuatro años.
Durante su intervención esta semana en el debate Los sindicatos ahora, organizado por la Universidad Complutense, el secretario general de UGT admitió que «hay una cierta responsablidad sindical» en el desapego de los trabajadores hacia los sindicatos; pero añadió que no se debe olvidar tampoco que en los últimos años «ha habido un intento de aniquilar la respuesta de los sindicatos y dividir a la sociedad» para que los diferentes movimientos sociales por separado tuvieran menos fuerza.
Según Álvarez, no sólo se ha tratado de ensombrecer la imagen de los sindicatos, sino también de debilitarlos vaciando la negociación colectiva y creando un modelo de relaciones laborales que favoreciera a los empresarios. Por eso, considera que ha llegado el momento de «volver» a encontrarse con la gente para poder así «proteger sus derechos».
Los sindicatos tienen importantes retos que afrontar en los próximos años si no quieren caer en la irrelevancia. Tienen que renovarse y adaptarse a lo cambios que se están produciendo en la sociedad en general y en el mercado laboral en particular; además de buscar afiliados entre los más jóvenes, los inmigrantes o los autónomos. Si no, cada vez tendrán menos fuerza y serán un recuerdo del pasado.