El PNV quiere transmitir una imagen de los socialistas vascos supeditados al PSOE, «sucursalistas» sin personalidad propia. Sin embargo, en esta ocasión el PNV ha puesto tanto afán en meter el dedo en el ojo de Patxi López, y que además se note, que puede conseguir lo contrario.
El PNV ha planteado un listado de exigencias para negociar con el presidente del Gobierno que resultan maximalistas, incluso teniendo en cuenta la posición de debilidad parlamentaria de José Luis Rodríguez Zapatero y la necesidad acuciante de apoyos que requiere para poder sacar adelante los presupuestos del próximo año.
Los nacionalistas vascos, además, han destacado deliberadamente la radicalidad política de sus exigencias al señalar, como hizo el portavoz del PNV, Joseba Egibar, que sus demandas estaban basadas en el Estatuto elaborado por Ibarretxe y rechazado por el Congreso de los Diputados y, en lo que se negoció en Loyola con Batasuna durante la tregua del año 2006 para tratar de conseguir el final de ETA.
Durante el tiempo de los diálogos de Loyola el PNV actuó con lealtad con los socialistas, pero esa lealtad desaparece cuando se esgrime lo hablado en aquellas conversaciones como justificación de las demandas nacionalistas. Reaparece en cambio la actitud interesada de considerar que cualquier cosa ofrecida es ya cosa conquistada aunque no se haya cerrado el trato y aunque no se hayan pagado las contrapartidas que se reclamaban a cambio.
Además de plantear reclamaciones maximalistas, el PNV ha elegido la opción de regodearse del PSE y del Gobierno vasco al considerar que cualquier acuerdo que alcance con Zapatero tendrá que ser aceptado con resignación por el Ejecutivo que preside Patxi López. Quiere transmitir una imagen de los socialistas vascos supeditados al PSOE, sin personalidad propia, presentarlos ante los ciudadanos como los «sucursalistas» que según los nacionalistas siempre han sido.
La verdad es que el PNV tiene a favor de esa imagen la historia reciente, el último acuerdo alcanzado con el presidente del Gobierno para apoyarle los presupuestos del pasado año a cambio de ningunear al Ejecutivo de Patxi López y torpedear sus negociaciones para conseguir la transferencia de las políticas de empleo. El presidente Zapatero incurrió con aquel acuerdo en una seria deslealtad ante sus compañeros vascos y ante el lehendakari.
Sin embargo, en esta ocasión el PNV ha puesto tanto afán en meter el dedo en los ojos de Patxi López y sus compañeros, y que además se note, que puede conseguir lo contrario. De momento ha logrado que el PSE reaccione y esté preparado para intervenir en las negociaciones del PSOE con el PNV para evitar ser víctimas del fuego amigo.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 20/7/2010