ABC 11/05/17
· El presidente de EE UU está rodeado de asesores y ha contratado en el pasado a operativos con negocios y vínculos en Moscú
Este martes, mientras Trump fulminaba la carrera del director del FBI, James Comey, también emergían dos detalles significativos en la trama rusa. El primero es que el equipo de Comey había enviado citaciones judiciales a todo el equipo de Flynn para que revelen sus vínculos económicos con Moscú. Un día antes, la exfiscal general Sally Yates declaró que Flynn era “susceptible de chantaje” por parte de Rusia. Y el segundo es que Trump ha contratado un abogado privado para enviar una carta al Congreso en la que declara que no posee negocios en Rusia, según informó la Casa Blanca. Ambos hechos eran suficientemente serios para volver a poner la investigación a Trump en el centro de todas las miradas, pero quedaron enterrados en el revuelo causado por el despido de Comey.
El ya ex director del FBI lideraba una de las investigaciones que buscan determinar si la campaña electoral del republicano coordinó con operativos rusos los ciberataques atribuidos al Kremlin, el robo de información a los demócratas y difusión de noticias falsas y favorables a Trump en las redes sociales. Uno de los detalles que investigan las agencias de inteligencia es si los lazos del círculo de Trump con Rusia le hacen más vulnerable a posibles chantajes de Moscú.
Los legisladores, republicanos y demócratas, así como las agencias de espionaje, coinciden en que Rusia tenía como objetivo beneficiar a Trump. Así lo ha determinado el FBI, un informe de seis agencias y las comisiones legislativas que abren cada semana su sesión dando por hecho que Moscú tenía un favorito en el ahora presidente. Lo que tratan de esclarecer ahora es si hubo coordinación entre ambas partes porque el primero en levantar las sospechas fue el mismo Trump. Los muchos caminos que llevan desde el empresario al Kremlin se fueron conociendo después de su victoria en las elecciones.
Cuando era candidato, el republicano invitó a Moscú a realizar un ataque informático a la sede demócrata para encontrar correos electrónicos de su rival, Hillary Clinton. “Rusia, si estáis escuchando, espero que podáis encontrar los 30.000 correos que faltan. Creo que seréis debidamente recompensados por nuestros medios”, dijo el político republicano en un acto de campaña.
Uno de esos ciberataques ya había ocurrido, antes en el verano de 2015, pero se repitió en la primavera de 2016. En otoño de ese año, uno de los ex asesores de Trump que está siendo investigado, Roger Stone, adelantó que Wikileaks publicaría los correos del director de campaña de Clinton, John Podesta, obtenidos en uno de esos ataques. El anuncio se hizo realidad días después. Queda por esclarecer por qué Stone sabía que ocurriría.
Además de a Stone, el FBI y el Congreso también investigan a Paul Manafort, otro de los responsables de la campaña de Trump que dimitió tras conocerse sus vínculos con Rusia —cobró más de 12 millones de dólares de un partido prorruso de Ucrania—, así como al general Michael Flynn, exasesor de seguridad nacional que ocultó al vicepresidente el contenido de sus conversaciones con el embajador ruso en Washington, entre otros detalles.
La gravedad de la trama rusa queda retratada por la cantidad de altos cargos afectados por ella. Se pueden dividir en dos categorías, a uno y otro lado de la investigación. Entre los despedidos por Trump y que indagaban en la trama rusa están Comey, Yates —se negó a defender el veto migratorio a los musulmanes— y un fiscal de distrito de Nueva York con autoridad para investigar las acusaciones del presidente contra su antecesor por supuestas escuchas en la Torre Trump. Dentro del círculo del republicano, han sido relevados su ex director de campaña, Manafort, y el general Flynn. Además, el fiscal general Jeff Sessions se apartó de la investigación de la trama rusa tras conocerse que recibió dos veces en el Senado al embajador de Moscú en Washington.