JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 16/07/14
· El nacionalismo de cualquier tipo es, más que nada, visceral, y hay que estar preparados para todo si se estrella con la realidad.
Buena idea que Rajoy haya recibido a Sociedad Civil Catalana antes que a Mas. Primero, para conocer de primera mano cómo está a día de hoy el antiguo y turbio problema catalán. Luego, porque le permitirá diseñar su estrategia a tal desafío conforme se acerca el día de la confrontación.
Esa minoría silenciosa, que no es tan minoría, de catalanes que quieren seguir siendo españoles es posiblemente la más olvidada de España. Los pactos que los gobiernos del PP y el PSOE han venido haciendo con el llamado «catalanismo moderado» no solo rebajaron su perfil, sino que incluso se la sacrificó a los mismos. Hasta que se descubrió que tales pactos iban solo en una dirección: la soberanista. Porque los moderados no eran tales, sino radicales camuflados que buscaban la independencia disfrazados de conciliadores. A estas alturas los conocemos de sobra. Su moderación es tan falsa como su interpretación de la historia o las cifras que usan para demostrar que España les roba. Cuando son ellos los que vienen saqueando las arcas públicas catalanas.
Nadie los conoce mejor que estos catalanes que vienen siendo excluidos de su nacionalidad de origen cuando todo indica que son más patriotas que quienes quieren seguir expoliando impunemente Cataluña y dejándola fuera no ya de España, sino también de Europa. Algo grave para todos, pues a través de Cataluña nos han llegado desde el feudalismo al romanticismo, tras el románico y el gótico. Su última pirueta es esa propuesta de mantener Cataluña en el euro, aunque salga de la UE, que intentan vender engañando a los bancos, a los españoles y a los europeos, como los trileros a los turistas.
Según informaba ayer ABC, estos catalano-españoles han dicho a Rajoy que no conviene ponerse apocalíptico. Están convencidos de que la consulta del 9 de noviembre no se va a celebrar, por lo que no será necesario sacar la Guardia Civil para retirar las urnas. El ruido irá en aumento de aquí hasta entonces, pero los catalanes se darán cuenta de que la piscina a la que les invitan a tirarse no tiene agua. Resulta significativo que Mas proponga cambiar la fecha y la pregunta de la consulta a cambio de aceptarla y que su encuentro con Rajoy se venda por el frente ultrasoberanista un «pacto entre burguesías». Pero ¡hombres de Dios!, ¿no habíamos quedado en que el nacionalismo catalán era burgués?
Claro que el nacionalismo de cualquier tipo es, más que nada, visceral, y hay que estar preparados para todo si se estrella con la realidad. En la tercera parte de la trilogía TheTroubles, de Adrian McKinty, leo: «El nacionalismo es la última resaca perversa del siglo XXI, y cuanto antes nos la quitemos de encima, mejor». Nadie lo sabe mejor que los irlandeses del Norte, que llevan décadas con TheTroubles, los problemas, las congojas, las aflicciones.
Al parecer, es lo que el Consejo para la Transición quiere para Cataluña.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC – 16/07/14