TONIA ETXARRI, EL CORREO – 22/10/14
· Sin calendario claro. Sin brújula. Y sin liderazgo. Así está actualmente el panorama político catalán por culpa de unos gobernantes que, incapaces de gestionar las dificultades, han ido avanzando hacia la nada, envueltos en una bandera hecha jirones. Desde que Artur Mas anunció el simulacro del referéndum ilegal para el 9-N ha transcurrido exactamente una semana. En el transcurso de estos días, el espectáculo ofrecido por los partidos favorables al referéndum ha sido lastimoso. Si no fuera por las consecuencias negativas que tanta agitación vacía está provocando entre los ciudadanos, se podría considerar que los protagonistas están representando una ópera bufa que, como se sabe, es una derivación musical de la ópera considerada «seria».
Pero de la interpretación de este subgénero no se pueden descartar, siquiera, a los socialistas catalanes. Miquel Iceta, ayer, leía ante los medios una partitura de difícil comprensión para el respetable público. A saber, el PSC, que es partidario de un referéndum legal (y, de hecho, votó en el Parlamento catalán a favor de la ley de consulta mientras decía que esa norma no podía «amparar el referéndum secesionista»), dio una vuelta más al pentagrama: los suyos no participarán en la ficción del 9-N, pero –¡atención!– sus alcaldes cederán los locales para que se celebre la consulta. Tilda el numerito del 9-N de «vodevil», pero él pone el escenario. Una forma de dejar una puerta abierta a posibles alianzas con Artur Mas en un futuro, tal como están sugiriendo desde algunas filas de Convergència y Unió.
A Mas, que ha acusado la soledad (y no es una sensación) en esta semana, le están tentando con propuestas en forma de exigencia. La de los ‘lobbies’ de la ANC y de Òmnium Cultural, que solo esperan ya una convocatoria de elecciones adelantadas. Y la de la propia Esquerra Republicana, que no tiene interés alguno en concurrir a unas elecciones en una candidatura conjunta porque sabe que Mas, en nombre de Convergència o de cualquier otra formación nueva o refundada, solo supone un lastre para los independentistas ‘pata negra’.
El presidente de la Generalitat, una vez marcada la línea roja que no va a traspasar mientras la legalidad le mantenga suspendidas cautelarmente sus iniciativas, quiere ganar tiempo. Hasta el 9-N, de momento. Tras las reuniones que mantienen en las últimas horas, a varias bandas, él sabe que las fuerzas independentistas, aunque no les guste nada la ficción de la consulta que no tendrá ningún valor jurídico, le van a echar una mano. Sobre todo porque le han exigido que, a cambio, convoque elecciones. Por propio interés.
Ayer, Junqueras envió un SMS a Artur Mas diciendo que tienen que seguir hablando. De qué lectura hagan ellos de la movilización ante el sucedáneo de las urnas, dependerán los siguientes pasos. Hablarán de éxito, seguramente, aunque no haya forma legal de controlar censos y votaciones. A partir de ahí, podrán pasar muchas cosas. Pero lo que parece claro es que el 9-N será el primer acto de campaña, aunque no sepamos todavía cuándo va a convocar las elecciones, para qué y con que candidaturas o programas. No cabe más desgobierno. ¿Quid prodest?
TONIA ETXARRI, EL CORREO – 22/10/14