FERNANDO VALLESPÍN-El País
- O el Partido Popular se reinventa o lo va a tener difícil, no ya solo para ganar, sino, en su caso, para gobernar sin sobresaltos
Lo que no se comprende es que no lo tuvieran previsto. Estaba claro que con el bonus de los fondos europeos y el control de la pandemia a través de la vacunación masiva el Gobierno iba a “revivir” en esta segunda parte de la legislatura. Y el cambio es lo bastante relevante como para obligar a otra forma de ejercer la oposición. Lo que nos encontramos, por el contrario, es que es incapaz de salir de sus inercias, en particular ese tono despectivo mediante el que oculta su falta de ideas. Alguna vez ya mencionamos a qué obedece: a una previa definición del presidente como “el mal” a partir de la cual todo lo que emane de su dirección está ya contaminado por el estigma. No se evalúan sus acciones específicas, sino el quién las adopta. El sentido de la oposición no es, empero, el decretar quién es el bueno o el malo; consiste en ofrecer alternativas o, al menos, críticas constructivas; más aún en estos tiempos tan descorazonadores.
Creo que la causa de esto reside en que no han sabido hacer una lectura correcta de la mayor transformación política habida en España en las últimas décadas, el empoderamiento de las autonomías. A efectos de lo que ahora nos interesa, esto significa que es posible ejercer una oposición diferenciada y plural dentro del mismo partido. Por un lado está el “modelo Ayuso” y, por otro, el “modelo Vivas” de Ceuta o el de Feijóo en Galicia. Uno de confrontación directa y permanente, otro más cooperativo. Génova optó por el primero para su estrategia de oposición general, pero no puede evitar que salga a la luz el contraste. Y el caso de Ceuta constituye, a nivel micro, lo que echamos en falta en el macro, el abordaje conjunto de problemas y la búsqueda de solución a los problemas por encima de las discrepancias. En otras palabras, saber cuándo hay que cooperar y cuándo disentir. ¿O prefiere la oposición que no se resuelvan los problemas con tal de proporcionar un revés al Gobierno?
El PP se encuentra ahora con que aquello que más rentabilidad le había proporcionado, el modelo Ayuso y la práctica absorción de Ciudadanos, pueden ser un regalo envenenado. Le aleja del centro y le obliga a caer en brazos de Vox, cuya fuerza de gravedad puede acabar desnaturalizándolo del todo. O se reinventa o lo va a tener difícil, no ya solo para ganar, sino, en su caso, para gobernar sin sobresaltos. Ojo al parche: a medida que aumenta la influencia de la dimensión exterior habrá también una menor tolerancia europea hacia veleidades populistas. Una encrucijada, sí.