LIBERTAD DIGITAL 28/03/17
CAYETANO GONZÁLEZ
· Especialmente ahora es momento de recordar que el PNV es un partido profundamente desleal con la democracia española.
El PNV ha celebrado este domingo un acto conmemorativo de los 40 años transcurridos desde la Asamblea Nacional que llevó a cabo en Pamplona en 1977, en los inicios de la transición política, y que le sirvió para marcar el rumbo político que siguió a partir de aquel momento. Esta conmemoración ha llegado en un momento en que el PNV vuelve a ser objeto de deseo, en este caso por parte del Gobierno del PP, como antes lo fue de los Gobiernos del PSOE o del de Aznar en 1996.
La historia del PNV en estos casi cuarenta años es la historia de un partido que ha tenido un poder omnímodo en el País Vasco: ha liderado en solitario o en coalición el Gobierno autonómico durante treinta y cuatro años; ha presidido siempre la Diputación Foral de Vizcaya y en muchos periodos de tiempo las de Guipúzcoa y Álava; ha gobernado también en los más importantes ayuntamientos vascos. Pero ese poder del PNV se ha extendido más allá de las instituciones políticas y ha llegado a las culturales, empresariales, sociales, incluso a los clubes de fútbol, como es el caso del Athletic de Bilbao, donde en algunas ocasiones ha hecho campaña por algunos de los candidatos a la presidencia.
En Madrid, el PNV se ha hecho en muchas ocasiones necesario para los diferentes Gobiernos del Estado, por seguir la jerga nacionalista. En la actualidad está siendo cortejado por Rajoy para conseguir su apoyo a los Presupuestos. Y en ese tipo de situaciones los del PNV, hay que reconocerlo, son unos maestros y suelen sacar las entretelas a sus interlocutores.
El problema es cuando se analiza en qué consisten esas entretelas. Por supuesto que siempre hay cuestiones económicas, con inversiones de por medio, aunque la ventaja en este campo respecto a Cataluña es abismal, debido al enorme potencial financiero que supone para el Gobierno vasco disponer del concierto económico. Otra entretelala constituye el que el PNV quiere desempeñar un papel relevante en lo que es el final operativo, que no político, de ETA, y la baza de los presos de la banda, su acercamiento al País Vasco, está ya de hecho en la mesa de negociaciones con Rajoy.
Aparte de estas cuestiones, en ningún caso menores, convendría recordar que el PNV, fiel a su ideario fundacional, es un partido independentista, y, que se sepa, no ha renunciado a ello. En el acto de este domingo, su presidente, Andoni Ortuzar, lo expresaba de forma nítida: «Queremos un Estado vasco, queremos ser libres, tan libres como los demás y dispuestos a compartir nuestra soberanía con otros»; y añadía: «Euskadi es una nación que quiere ser reconocida y respetada».
También convendría recordar que el PNV ha sido un partido profundamente desleal con la democracia española. En la Transición, el Gobierno de la UCD le dio prácticamente todo el poder en el País Vasco a cambio de que colaborara en la lucha contra ETA y respetara el marco institucional, definido por la Constitución y por el Estatuto de Guernica. Pues ni una cosa ni otra: el PNV ha ayudado más bien poco en la lucha que desde el Estado de Derecho se ha llevado contra ETA; hizo un intento fallido – el plan Ibarretxe- de saltarse la Constitución para llevar adelante el derecho de autodeterminación y ahora plantea una relación bilateral con el Estado, al considerar que el estatuto de autonomía es algo ya insuficiente.
Si el PNV sigue siendo decisivo para los Gobiernos de Madrid, otra consecuencia política inevitable será que los partidos constitucionalistas, PP y PSE, quedarán reducidos a ser meras comparsas, de hecho ya lo son, en el País Vasco, porque en la práctica han renunciado a dar la batalla ideológica y política contra el nacionalismo. ¿Qué piensa Rajoy de todo esto? Me temo que priorizará el apoyo a los Presupuestos ante cualquier otra consideración. ¿Y qué piensan los candidatos a dirigir el PSOE? Mejor no preguntar.