David Guadilla-El Correo
- El acto recuerda el papel de colectivos como Gesto por la Paz o los Escolapios y de personas como Imanol Zubero o Cristina Cuesta
En la Euskadi azotada por el terrorismo de los años ochenta y noventa, colectivos formados por personas de procedencias profesionales y vitales muy diferentes se unieron con un único objetivo: «alzar la voz» contra la sinrazón de la violencia que literalmente desangraba a la sociedad vasca. Sus protestas silenciosas, sencillas, que empezaron con un carácter simbólico y terminaron siendo multitudinarias, se convirtieron en la mejor respuesta que dio la ciudadanía de Euskadi a los fanáticos, y por ello sufrieron amenazas, coacciones y ataques directos. A todos ellos se ha querido homenajear en el acto convocado por la Delegación del Gobierno y el Memorial de Víctimas con motivo del Día de la Memoria.
La jornada se celebra oficialmente el 10 de noviembre. Se eligió esa fecha porque ese día nadie ha sido asesinado por ningún grupo terrorista. El lunes habrá un acto en Vitoria presidido por el lehendakari y habrá ceremonias más reducidas en varias localidades e instituciones. Pero desde hace unos años se realiza otra convocatoria complementaria impulsada por el centro con sede en Vitoria.
Un acto que en esta ocasión se ha celebrado en Ermua y que ha contado con la presencia de Marisol Garmendia y de Florencio Domínguez. Pero además de con la presencia de la delegada del Gobierno, del director del Memorial y de la alcaldesa de Ermua, Beatriz Gámiz, el homenaje ha contado con la participación de varios representantes de aquellos colectivos que se implicaron en la búsqueda de una Euskadi en paz. Personas como Imanol Zubero (miembro de Gesto por la Paz) e Iñaki Vélez (del grupo Itaka de Escolapios).
Durante su intervención, Garmendia ha recordado que «solo desde la verdad se construye la convivencia, conociendo lo que pasó, quiénes fueron las víctimas y los victimarios, por qué asesinaron, extorsionaron, persiguieron y por qué muchos los defendieron, jalearon o callaron». Un compromiso que «exige mantener viva la conciencia democrática de una sociedad vasca que todavía tiene deberes pendientes». Y añade, en un claro mensaje a la izquierda abertzale: «Algunos vascos con más deberes pendientes que otros, todo sea dicho».
Garmendia se ha centrado en los que «alzaron la voz pidiendo la paz y la palabra frente a la barbarie terrorista». En Gesto por la Paz, que con su «atronador silencio, en minoría para vergüenza de la mayoría, y con serenidad, recordó que la firmeza democrática no necesita vociferar». En Cristina Cuesta (directora de la Fundación Miguel Ángel Blanco), «cuya valentía personal y compromiso son ejemplo de ética cívica». En Zubero, «cuya reflexión serena han sido guía para construir una cultura de paz». Y en los Escolapios e Itaka, porque «en tiempos de violencia, la escuela fue refugio».