ABC 24/05/15
· Lord Mountbatten, bisnieto de la Reina Victoria, era una leyenda de las dos guerras mundiales, fue el último virrey de la India, y nunca quiso escolta en sus vacaciones en Irlanda
· Cuatro muertes, 19 años McMahon, el asesino directo, no pagó muy cara la muerte de cuatro personas, incluyendo dos niños: salió de la cárcel tras 19 años, por los Acuerdos de Paz
Dos horas después, a 112 kilómetros de allí, una explosión en el agua, a seiscientos metros del pequeño puerto de Mullaghmore, en el condado de Sligo, sobresaltaba a los vecinos de aquel lugar bucólico de la bahía de Donegal. Irlanda pura. Una belleza natural que corta el aliento, con acantilados claros en caída vertical al mar y praderas verdísimas hasta las olas. Un paraje tocado además por la gracia del distinguido castillo de Classiebawn, que se yergue grácil, casi fantástico, sobre una colina que domina el océano.
Son las 11.39 de la mañana. Aunque la deflagración ha ocurrido a 600 metros de la playita pedregosa del dique, no hay duda: lo que ha saltado por los aires hecho pedazos es el «Shadow V», de nueve metros de eslora, la embarcación de pesca del hombre que naciera como Louis Francis Albert Victor Nicholas George Battenberg, el bisnieto de la Reina Victoria al que el mundo conoce como Lord Mountbatten. Un héroe elegante de la Segunda Guerra Mundial, el último virrey de la India, el jefe del Estado Mayor de la Defensa en su madurez. Tiene 79 años. La bomba le ha arrancado las dos piernas, pero aún vive. Un aleteo de esperanza que dura minutos. Los rescatadores lo depositan en la playa muerto.
El terrorista
Mountbatten no va solo. Había salido de pesca, a la langosta, con dos de sus nietos, gemelos de 14 años, un grumete del pueblo y algunos amigos más. Uno de los nietos muere en el acto. También el chico lugareño, de 15 años, Paul Maxwell. La consuegra de Mountbatten, que viajaba a bordo, fallecerá al día siguiente por las heridas. Los supervivientes sufren horribles mutilaciones.
Thomas McMahon, el hombre que está detenido en comisaría, a 112 kilómetros del espanto de Mullaghmore,
El Príncipe Carlos estrecha la mano de Gerry Adams tiene pelo negro liso y graso, corta estatura y rostro duro y colorado. En realidad, bajo ese aspecto de rústico hosco se halla uno de los expertos en explosivos más cualificados del IRA Provisional. La noche anterior ha dejado en la lancha «Shadow V» una bomba de 23 kilos, que sus cómplices han accionado por control remoto desde un acantilado. Los análisis de la Policía científica encuentran en sus ropas restos de la pintura verde del barco y de nitroglicerina. Está condenado por los indicios, no así su compañero de viaje, libre por falta de pruebas.
McMahon ha provocado la muerte de cuatro personas, incluidos dos niños. No le saldrá muy caro: tras 19 años de cárcel, otro agosto, el de 1998, sale libre gracias a los Acuerdos de Paz de Viernes Santo. Su cadena perpetua ha sido realmente revisable (a pesar de que su historial incluye un motín violento con intento de fuga). El padre de Paul Maxwell, el niño del pueblo al que mató, asegura que lo ha perdonado, pero que ha intentado verlo tres veces, porque quiere preguntarle algo, una gran cuestión: «Si yo matase a su hijo, por cualquier razón, ¿cómo se sentiría usted? ¿Sería capaz de ponerse en mis zapatos?».
El asesino se ha negado a ver al padre del niño. McMahon vive en Carrickmacross, una ciudad de mercado irlandesa, justo al otro lado del mapa respecto a donde cometió el atentado. Trabaja de carpintero, tiene dos hijos y está casado con Rosa, en su día alcaldesa de la población por el Sinn Fein. Rosa ha reconocido que «Tommy nunca ha hablado de Mountbatten, solo de los chicos, y tiene genuinos remordimientos». Hace unos años fue visto colaborando en la campaña electoral de Martin McGuinness, otro reconvertido del terror, hoy un político honorable, que hizo historia con un apretón de manos con la Reina Isabel II.
La excusa
El 27 de agosto de 1979 pasaron más cosas que lo señalan como una fecha crudelísima en Irlanda, bañada en sangre. Poco después del ataque contra Mountbatten, el IRA Provisional mataba a 18 soldados británicos con una doble bomba en un cuartel fronterizo con el Ulster. Los terroristas republicanos justificaron el asesinato del héroe inglés con una frase helada, que recuerda a la banalidad del mal de Hannah Arendt: «Esta operación es una de las maneras para atraer la atención de la gente inglesa sobre la continua ocupación de nuestro país».
Gerry Adams, hoy también político, siempre ha negado las acusaciones de algunos exterroristas que lo sitúan en la cúpula del IRA por entonces.