El día después

ABC 10/11/14
RAMÓN PÉREZ-MAURA

· Ya no vale que el Gobierno de Mariano Rajoy afirme sólo que esto «dificulta el futuro»

LA fantochada permitió reivindicar la victoria a quienes la perpetraron. Cada uno se conforma con lo que quiere. O con lo que puede. En términos legales, sin duda vencieron los defensores de la legalidad vigente. Pero parece evidente que los propulsores de la mascarada no lo creen igual. Sostienen que ayer se celebró una consulta y que ganaron. Los «tecnicismos» –empezando por la falta de censo o por el hecho de que las mesas estuvieran en manos de quienes propugnaban una de las opciones sin representación alguna de la parte contraria– no les impiden cantar victoria. Pusieron la urna microondas y tuvieron la habilidad de crear un procedimiento de voto tan complicado que se producían largas colas, generando la imagen del ansia por votar. Tanta, que no tuvieron tiempo ni para recriminar sus desmanes a Jordi Pujol cuando votó. Algunos podrían aprender de esas lecciones básicas de mercadotecnia. Pero tampoco olvidemos que ni el propio Mas reivindica la validez legal del aquelarre de ayer.

Hay quien habla –y no sólo entre los promotores de la romería– de éxito mayúsculo, a la vista del dato de participación. ¿Cómo puede haber alguien que dé alguna credibilidad a esas cifras? ¿Quién avala que sean ciertas más que los que pedían el voto? ¿Quién certifica que no haya habido votantes que sufragasen en más de una urna? ¿Cómo saber que el censado Bob Esponja no ha sido uno de los que han sufragado?

También es cierto que Mas y sus acólitos han soñado durante semanas con la foto de la Policía llevándose las urnas de los centros de votación –ilegal–. Y no han tenido ese minuto de gloria política. Pero, al mismo tiempo, ayer se perpetró una flagrante violación de la resolución del Tribunal Constitucional sobre esta «consulta». Y el máximo representante del Estado en la comunidad autónoma se declaró responsable de las ilegalidades cometidas –junto con su Gobierno, que Mas será muy honorable, pero tampoco es tan valiente–. A partir de ahí ya no vale que el Gobierno de Mariano Rajoy afirme sólo que esto «dificulta el futuro». Aquí hay una flagrante violación del Estado de Derecho y un responsable confeso de los hechos: Artur Mas. ¿Qué más hace falta para aplicar el artículo 155 de la Constitución? ¿Cómo invocar en el futuro la legislación vigente ante cualquier otra violación de la misma por parte de un gobernante electo si se deja impune lo acontecido ayer?

Cuando el PNV intentó llevar a delante el «Plan Ibarretxe» siguió la vía constitucional. Pero cuando perdió en las instituciones, don Juan José se fue a su casa y pasamos a otra etapa. Artur Mas no está por la labor. Quiere demostrar que ha ganado el 9 de noviembre de 2014. Y si no se le aplica la ley, como en cualquier Estado de la Europa occidental a la que él quiere pertenecer, ni él formará parte de la Europa en la que dice querer estar ni España mantendrá sus fronteras.