ALBERTO AYALA-EL CORREO

 

La fotografía final de las elecciones en Madrid no arroja claroscuros. Victoria arrolladora de Ayuso y del PP. Debacle de Sánchez y el PSOE, que de primera fuerza en 2019 cae al tercer cajón, empatado a escaños con Más Madrid. Y pobre resultado de Unidas Podemos, cuyo líder, Pablo Iglesias, oficializó anoche que abandona la política.

Hubo efecto Ayuso. ¡Vaya si lo hubo! Su política de confrontación directa con Sánchez y su discutida actuación ante la pandemia recibieron el aplauso de casi un 45% de los madrileños. Con ello, los de Casado, que hace dos años obtuvieron su peor resultado en unas autonómicas (30 escaños y un 22,23% de los votos) doblan de largo su representación.

La presidenta madrileña le ha hecho dos importantes trabajos a su partido: fagocitar a Ciudadanos y frenar a Vox, cuya abstención le bastará para repetir en el cargo. Todo un regalo para Casado que tras unos años complicados marcados por la corrupción, y los tropiezos en Euskadi y Cataluña, ve cómo su apuesta por la reunificación del centroderecha avanza sin tener que depender sí o sí de Vox. Aunque eso sí, Madrid no vota como el resto de España.

La cruz es para el PSOE y para Pedro Sánchez, que ayer completó el círculo de fracasos que arrancó hace dos meses con la fallida moción de censura en Murcia preparada en Moncloa. Tras una campaña espantosa, en la que Sánchez pasó de implicarse de lleno a prácticamente desaparecer. Tras cambiar la moderación en busca del voto de Cs, que no logró, a sumarse a Pablo Iglesias en su estrategia de confrontación, los socialistas cosechan su peor resultado en Madrid.

Y es que la lista de Gabilondo no sólo se deja 13 de los 37 escaños que obtuvo en 2019. Más Madrid, con los mismos diputados y más de 4.000 papeletas más, le desplaza a un desconocido tercer puesto. Con ello las izquierdas alternativas suman por primera vez más que el PSOE, pese al pobre resultado de UP, cuyo líder anunciaba anoche por sorpresa que deja la política.

A Sánchez se le plantea ahora un serio dilema por más que la formación de Errejón sea un partido sin peso fuera de Madrid: intentar estirar la legislatura nacional o no. Y, en caso positivo, por cuánto tiempo.

Cabe la opción de que el popular Moreno Bonilla, con las encuestas a favor, adelante rápidamente las autonómicas andaluzas aprovechando que el PSOE aún no ha zanjado la sustitución de Susana Díaz que quiere Sánchez. Existen serias dudas de que, a la luz del nuevo mapa político catalán, ERC siga siendo el aliado habitual que necesita el presidente en el Congreso. Seguir entendiéndose con EH Bildu tampoco parece la mejor idea, al menos fuera de Euskadi y Navarra. Y aceptar los recortes que nos exige Europa a cambio de su multimillonaria ayuda para salir de la crisis puede terminar de fracturar la coalición gubernamental y abocar al PSOE a acudir sí o sí a las urnas en unas condiciones todavía más precarias.

¡Vaya papeleta!