Alberto Ayala, EL C ORREO 09/12/12
El PP no le garantiza la mayoría absoluta. El PSE sí, pero exige una exclusividad que el PNV rechaza para no dar bazas a EH Bildu.
Los jeltzales podrían intentar un pacto con el PSE sobre la dirección de EiTB a cambio de un senador autonómico.
El presidente del Euzkadi buru batzar del PNV, Iñigo Urkullu, se convertirá el próximo jueves en lehendakari, el quinto desde la aprobación del Estatuto de Gernika. Salvo improbables sorpresas, el dirigente jeltzale recibirá el plácet del Parlamento de Vitoria en segunda votación y con el único respaldo de los diputados de su partido.
Ha pasado mes y medio largo desde que se conoció el veredicto ciudadano en las urnas. Con los resultados sobre la mesa, el PNV tenía que elegir y optó por seguir el plan preestablecido: lanzarse a gobernar en solitario buscando acuerdos distintos con las diferentes formaciones según los asuntos; lo que se conoce como geometría variable.
No fue, sin embargo, la única opción sobre la mesa. El PSE estaba dispuesto a considerar –y de muy buen grado; solo gobierna ya ocho ayuntamientos– un Ejecutivo de coalición. Tal vez hasta un pacto de legislatura. Pero puso una condición ineludible antes de entrar a considerar las cláusulas, los contenidos concretos del eventual acuerdo: exclusividad; es decir, que el PNV solo mantendría la entente con ellos en el País Vasco, con las correspondientes derivadas.
Portazo al PSE
Los jeltzales rechazaron semejante posibilidad porque en su retina sigue muy presente el desafío que sigue representando EH Bildu. El 21-O, el PNV ganó a la izquierda abertzale la primera batalla de la pugna por la hegemonía en el campo nacionalista, pero la guerra sigue abierta. Atarse a corto plazo con los socialistas, y en su peor momento desde la Transición tanto en Euskadi como en España, daría renovados argumentos a la izquierda abertzale, opina Sabin Etxea.
De esta forma, la nueva legislatura se va a abrir con la enorme incógnita de la gobernabilidad sin aclarar. Urkullu es absolutamente consciente de que la suma PNVPP no da. Ambos reúnen 37 votos en el Parlamento de Vitoria y la mayoría absoluta está en 38. Sí da la entente PNV-EH Bildu, descartada de plano por los jeltzales. También la suma de PNV y PSE, pero el partido de Patxi López se mantiene firme en su rechazo a la geometría variable y en su exigencia de exclusividad.
Los primeros movimientos de los partidos no permiten aventurar cómo se va a dibujar el futuro en este asunto. Ni en lo que se presumía más o menos seguro, como que los jeltzales respaldarían las cuentas del Ayuntamiento de Vitoria y la Diputación de Álava, en manos del PP, a cambio de que Basagoiti y los suyos hicieran lo propio con los Presupuestos de Urkullu. Esta misma semana, el PNV ha avisado que no votará ‘sí’ a las cuentas forales del popular Javier de Andrés. ¿Farol? Si la advertencia se cumple, el próximo lehendakari podría empezar a despedirse de que los conservadores respalden sus presupuestos a comienzos del próximo año.
Pero el principal foco de atención apunta al PSE. Los socialistas aseguran que la geometría variable no va con ellos; algo nada extraño si se recuerdan los estragos en carne propia que les originó el modelo cuando Zapatero lo puso en práctica con el PNV. Aun así, eso, geometría variable, es lo que vienen practicando desde que los jeltzales les dieron calabazas a su oferta de Gobierno de coalición y/o exclusividad política.
A saber. En el proceso para la renovación de los órganos de dirección de Kutxabank, el PSE debía tomar partido: marchar de la mano del PNV y el PP o unirse a Bildu. Los socialistas eligieron el frente a tres en contra de la izquierda abertzale. Por cierto, el mismo que los jeltzales impidieron y siguen descartando en ayuntamientos y en la Diputación de Gipuzkoa para «evitar el victimismo de la izquierda abertzale». En materia fiscal, sin embargo, los socialistas han tomado el camino opuesto: pacto de izquierdas en Gipuzkoa para sacar adelante el denominado Impuesto de Grandes Fortunas.
Senadores y EiTB
En pocas semanas, los partidos deberán volver a retratarse. Primero, para la elección de los tres senadores autonómicos. Poco después, si hay acuerdo, para la designación de un nuevo director general de EiTB que tome el testigo del periodista Alberto Surio, y para la renovación de otros órganos relevantes como el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas.
La lógica y algunos indicios apuntan a que el PNV podría estar dispuesto a apoyar al PSE para que se haga con uno de los tres escaños. A cambio, claro, ambos tendrían que llegar a un acuerdo sobre el sustituto de Surio, cuya elección requiere de mayoría absoluta. En tal caso, los otros dos escaños en la Cámara Alta serían para los jeltzales y, por vez primera, para la izquierda abertzale.
Si esta posibilidad no llega a concretarse, son dos las alternativas más probables. La primera, que cada partido se vote a sí mismo. Ello haría que el PNV se quedara con dos senadores –uno en la primera votación y otro en la segunda –, y EH Bildu, con uno. Pero también podría extenderse la entente guipuzcoana de izquierdas a la Cámara vasca y que la izquierda abertzale apoyara a los socialistas a cambio de alguna contraprestación… ¿en Presupuestos? En este supuesto, el PNV y EH Bildu sacarían un senador cada uno en la primera votación, y el PSE lograría también el suyo en la segunda. Por cierto, que los socialistas siguen sin desvelar si el lehendakari en funciones, Patxi López, será su candidato al escaño, como se rumoreó meses atrás con insistencia.
El debate de investidura, que arrancará el miércoles, no es probable que depare demasiadas pistas de por dónde discurrirá el futuro inmediato en materia de pactos. Para esto habrá que esperar. Probablemente, hasta que Urkullu remita a la Cámara vasca sus primeros Presupuestos.
La sesión parlamentaria de la próxima semana servirá, como acaba de reiterar Joseba Egibar, para volver a constatar que la izquierda abertzale se equivocó –trágica y dolorosamente, por cierto– cuando eligió ruta en la Transición. Pero, además, para ratificar –con la presencia de dos candidatos a lehendakari, Urkullu y Laura Mintegi– que la batalla por la hegemonía del nacionalismo que el PNV dio por ganada hace décadas está de nuevo abierta y costará dirimir unas cuantas batallas. Incruentas, afortunadamente para todos.
Alberto Ayala, EL C ORREO 09/12/12