Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Datos de ayer: en el País Vasco se han presentado ya 1.365 expedientes de regulación temporal de empleo (ERTEs) que afectaban a 15.080 trabajadores. No se asuste, esto no ha hecho más que empezar y es seguro que se van a propagar de manera mucho más rápida que el maldito bicho. Es lógico porque aquí, a diferencia de lo que sucede en el terreno sanitario, no hace falta contagio pues todo el mundo empresarial está ya contagiado, pues la propagación de la enfermedad empresarial ha sido inmediata y total. Son muy pocas las empresas que permanecen inmunes debido a su manera especial de trabajar, a su carácter de proveedor esencial o los pocos que tienen todavía demanda activa. El resto ha parado o va a parar porque o carece de demanda, o no le llegan los aprovisionamientos o sus empleados no están dispuestos a asumir los riesgos que asumen otros.
Para paliar este desastre ‘temporal’ se habilitó una grandísima parte de los famosos 200.000 millones de euros anunciados en el último Consejo de Ministros. Y después, el Banco Central Europeo ha cerrado el ciclo destinando un billón de euros (250+750.000) a comprar deuda de los estados miembros del euro. Por cierto, menudo frío debe de hacer fuera de la moneda única en estos momentos. La medida es necesaria pues así evitamos que las ingentes emisiones de deuda pública que tendrán que realizar los distintos países disparen las primas de riesgo y hagan más oneroso su coste para las arcas públicas. No creo que haya en el mercado financiero una gran apetencia por deudas soberanas de países sometidos a tal estrés. Además, una elevación de las primas de riesgo en estas nuevas emisiones, terminaría por afectar en el tiempo a todo el volumen de deuda emitida. Casi nada.
Pero después del anuncio de la ofensiva tienen que llegar los detalles. ¿Cómo se va a dirigir el dinero a través de los canales oficiales, ICO, etc., y de bancos privados, a quienes sin duda alguna les espera una ardua tarea? Habrá que conocer el margen de discrecionalidad que tendrán estos últimos para admitir o denegar las solicitudes y qué plazos, carencias, tipo de interés etc., pedirán a los necesitados. Y, muy importante, fijar los plazos para otorgar los avales, que han de ser muy cortos, para impedir que las buenas intenciones gubernamentales terminen convertidas en papel mojado. Y habrá que controlar también el destino del dinero. Recuerde que entramos en esta crisis con muchas empresas tambaleándose por falta de tesorería. El dinero no es para eso. Ahora se trata de que el dinero fluya: desde el BCE a los Estados, de éstos a los bancos, de ahí a las empresas y finalmente a los trabajadores y a los proveedores. El circuito solo será eficaz si recorre el trayecto completo. Y todo ello sin Presupuestos. Mañana hablamos de ello. Si quiere.