EL CORREO 26/12/12
Florencio Domínguez
Es tradición política del día de Navidad que los portavoces de los partidos, empezando por los nacionalistas, madrugaran para hacer valoraciones sobre el mensaje del Rey en Nochebuena, discurso que la radio televisión pública vasca no había transmitido en su integridad sino como una noticia más en sus informativos.
Con la llegada del actual equipo dirigente de EiTB encabezado por Alberto Surio se decidió la emisión del discurso, como hacía, por otra parte, el resto de las cadenas de televisión, públicas o privadas. Consideraron con buen criterio que difundir la alocución del Monarca formaba parte de la atención a la actividad institucional a la que, como medio público, están obligados. Uno de los objetivos de servicio público marcados en el contrato programa que EiTB tiene firmado con el Gobierno vasco establece que se deberá «atender al espacio público: a la actividad institucional y parlamentaria, la educación cívica, las problemáticas sociales, los servicios sociales etcétera».
El discurso navideño del jefe del Estado encaja perfectamente en ese objetivo marcado, al igual que a su amparo se emiten en directo las sesiones más relevantes del Parlamento vasco, el discurso de fin de año del lehendakari y otras actividades públicas. Este tipo de actuaciones son habituales en todo el mundo.
La justificación de este tipo de emisiones no es una cuestión de audiencias, ni de cuotas de pantalla, sino una obligación de un organismo que se financia en gran parte con dinero público de prestar una atención especial a la actividad que realizan las instituciones para que los ciudadanos interesados, sean pocos o muchos, tengan la oportunidad de conocer de primera mano qué hacen o qué dicen los gobernantes. El carácter público de EiTB y de los otros entes similares, en ocasiones, les obliga a determinadas supeditaciones que las televisiones privadas no tienen.
Por ejemplo, en campaña electoral los espacios informativos no los determinan el interés o la valoración profesional de los periodistas, sino las Juntas Electorales en función de la representación de los partidos. Sin esa servidumbre a la institucionalidad sería difícil encontrar justificación para el sostenimiento de medios públicos. Para comportarse como medios particulares ya están los privados que no cuestan nada al contribuyente.
Las críticas del PNV a la emisión de este año del discurso real reflejan una sobreactuación fruto, quizá, del deseo de no quedarse atrás en la carrera nacionalista que impone Bildu. Es excesivo sostener que la emisión del mensaje «no respeta el valor de la democracia» y que «no tiene en consideración el significado negativo que la Monarquía española tiene para la mayoría social y política de Euskadi». Sobre todo viniendo del partido al que pertenece el lehendakari Urkullu, que hace apenas once días asumió su cargo proclamando que cumpliría sus obligaciones «con lealtad a la Corona».