De los 46 presidentes que ha tenido Estados Unidos, Calvin Coolidge es el único que nació el 4 de julio, día de la Declaración de Independencia. Es sólo un detalle curioso, realzado porque se van a cumplir 150 años de su nacimiento. Hombre de pocas palabras, destacó como orador. Siendo gobernador de Massachusetts y ante una huelga de policía en Boston, en 1919, apoyó el despliegue de la Guardia Nacional para sofocar el caos que se derivó. «No hay derecho de huelga contra la seguridad pública por cualquiera, en cualquier lugar, en cualquier momento», sentenció entonces. Cuatro años después, este abogado republicano llegaría a ser el presidente número 30 del país, ejerció el cargo entre 1923 y 1929. Su lema de campaña fue: «Keep Cool with Coolidge» (¡Tranquilos con Coolidge!). Arrasó en las elecciones. El suyo fue el primero de los discursos inaugurales de la presidencia radiado a toda la nación.
Se opuso al ingreso de Estados Unidos en la Sociedad de Naciones, a la que consideraba inútil. A pesar de su gran popularidad, rechazó presentarse a la reelección.
Hoy se le recuerda no tanto por su trayectoria como por el ‘efecto Coolidge’; nombre que, años después de morir, se introdujo en torno al comportamiento de los animales: la excitación sexual se renueva con sucesivas parejas.
Tenía un fino sentido de la ironía. Una leyenda urbana cuenta que, al visitar con su extrovertida y alegre mujer una explotación ganadera, le impresionó un toro del que le dijeron que inseminaba hasta diecisiete vacas al día. «¿Ves? 17 veces al día», le dijo ella a su marido. A lo que este respondió: «Sí, querida, pero no con la misma».