José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL 19/12/12
Se lo estaban temiendo. El lunes, tanto el presidente de la patronal catalana,Joaquim Gay de Montellà, como el de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, expresaron abiertamente su inquietud ante un pacto CiU-ERC, especialmente por sus aspectos económico-financieros, y, en el caso del primero, también por la integridad del sistema constitucional, que en su sensata opinión no debería ser infringido con una posible consulta independentista en Cataluña. No habían pasado veinticuatro horas cuando el Gobierno de Mas aprobaba -lo hizo ayer por legislación de urgencia-una tasa sobre los depósitos bancarios de la entidades en Cataluña cuya capacidad recaudatoria será de unos 500 millones.
De una tacada, Artur Mas pretendió -y consiguió- dos objetivos: el más importante era el de persuadir a Oriol Junqueras, líder de ERC, advirtiéndole de que, por muy burguesa que sea CiU, también sabe hacer populismo y contravenir los intereses de su bolsas electorales. Y el objetivo secundario: desafiar al Gobierno, que iba a neutralizar este filón recaudatorio en la ley de acompañamiento de los Presupuestos estableciendo una tasa del 0% a los depósitos bancarios para no romper (más) la unidad del Estado.
Si, tal y como pretende ERC, Mas restablece el impuesto de sucesiones, disminuye la exención del impuesto de patrimonio de 700.000 euros a 500.000, establece una tasa anual para los pisos vacíos y otra para las instalaciones nucleares grava a las grandes superficies… los empresarios se temen que los depardieus catalanes abundarán y que se dirigirán, precisamente, a Madrid
En Cataluña comienza a hablarse del “efecto Depardieu”, el actor francés que se ha traslado a la frontera belga, a localidad de Nechin, para no pagar los impuestos “confiscatorios” del Gobierno de Hollande. En Bélgica, las rentas de trabajo están fiscalmente penalizadas, pero las plusvalías y el patrimonio no son considerados hechos imponibles a efectos tributarios. Más de 120.000 ricos franceses se han establecido en el reino deAlberto II. Si en Cataluña, por mandato del acuerdo entre nacionalistas y republicanos, el Gobierno de Mas restablece el impuesto de sucesiones, disminuye la exención del impuesto de patrimonio de 700.000 euros a 500.000, establece una tasa anual para los pisos vacíos y otra para las instalaciones nucleares, grava a las grandes superficies, implanta la euroviñeta, despliega una nueva fiscalidad medioambiental…, tal y como pretende ERC, los empresarios se temen que losDepardieus catalanes abundarán y que se dirigirán, precisamente, a Madrid, comunidad que, por cierto, sigue bonificado al 100% el impuesto sobre el patrimonio.
De momento, las entidades bancarias en Cataluña -especialmente las afectadas como la Caixa o el Sabadell porque tienen más cuota de mercado- van a situarse en una posición fiscal peor que en otras comunidades. Lo que podría disuadir a otras, pendientes de entrar en el mercado catalán, de hacerlo a la vista de un Ejecutivo tan ideológicamente incoherente. De ahí que el ya citado Gay de Montellà haya sugerido que el Gobierno central imponga -aun mermando las competencias autonómicas- una armonización fiscal que haga razonable e inteligible este espacio social, económico, político y financiero que es España. Está en marcha un anteproyecto de ley sobre la unidad del mercado español que, a la vista de comportamientos como el del Ejecutivo catalán, y antes de otros -como el extremeño, el andaluz y el canario- se está haciendo urgente.
Pero la lección a extraer de la decisión de la Generalitat de ayer es muy elocuente: Mas y CiU están en tal tesitura que prefieren seguir pegándose tiros al pie antes que regresar a la sensatez. De forma derivada, otra lección: el empresariado catalán ha callado demasiado y ahora reclama a destiempo. Aunque el Gobierno de Rajoyrecurra la tasa bancaria aprobada ayer y el euro por receta -también podría hacerlo en Madrid si González no se aviene a retirarla-, lo cierto es que a Cataluña le espera, tras el pacto CiU-ERC, una catarata fiscal que recaerá, especialmente, en los votantes nacionalistas. Son los primeros compases de una sinfonía política, por completo errada, que ni obtendrá la independencia de Cataluña ni mejorará las condiciones de vida de sus residentes. Se empieza por la banca –¿qué estará pensando la Caixa?-, se sigue con las grande superficies y se termina en las herencias familiares. Pero nadie puede llamarse a engaño: se veía venir.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL 19/12/12