EDITORIAL ABC – 02/05/06
· La democracia nos hace libres, pero no debe hacernos débiles, ni vulnerables. Los terroristas que viajan cómodamente de París a Bruselas y de Bruselas a Madrid aprovechan las mismas libertades que sus víctimas.
Los servicios de inteligencia españoles tienen constancia de los contactos de yihadistas afincados en España con los grupos terroristas que perpetraron los atentados de París y Bruselas. Estos contactos han sido confirmados por las policías gala y belga, y revelan el asentamiento de una red europea al servicio de la estrategia terrorista de Daesh. No es novedoso el eje terrorista España-Bélgica, que ya se puso de manifiesto en las investigaciones posteriores a los atentados del 11 de marzo de 2004, que vinculaban al Grupo Islámico Combatiente Marroquí con los autores de la masacre de Atocha.
Sin embargo, la reiteración de grandes atentados en suelo europeo en poco más de doce meses y la proclamación por Daesh de su decisión de seguir golpeando a Europa abre un escenario nuevo en la lucha antiterrorista, en la que los atentados dejan de ser ocasionales para convertirse en sistemáticos.
España mantiene un alto nivel de eficacia policial en la desarticulación de células yihadistas y en el control y seguimiento de terroristas regresados de Siria e Irak, donde han recibido entrenamiento militar a cargo de Daesh. Este acoso continuo a la organización terrorista, aunque no garantiza la seguridad total, es percibido por Daesh como una agresión. No es casualidad, en este sentido, la proliferación en los últimos meses de mensajes de propaganda que aluden a Ceuta, Melilla y Al-Andalus como objetivos de una yihad interna, a cargo de musulmanes afincados en nuestro país.
El terrorismo islamista maneja los tiempos con criterios distintos a los de las sociedades democráticas, muy sensibles a la duración de las medidas excepcionales de seguridad policial. Esta es una de las tareas pendientes de los ciudadanos europeos: aceptar que el mantenimiento de las libertades y los derechos exige en la actualidad un mayor nivel de prevención y control. La democracia nos hace libres, pero no debe hacernos débiles, ni vulnerables.
Los terroristas que viajan cómodamente de París a Bruselas y de Bruselas a Madrid aprovechan las mismas libertades que sus víctimas. La colaboración entre Gobiernos exige compartir información rápidamente y analizarla con unos criterios comunes para que la peligrosidad de los sospechosos no dependa de cada país. Pero la acción de los Gobiernos no será suficiente si las opiniones públicas no aceptan que el tiempo que hoy toca vivir es el de una amenaza grave, constante e interior a la que hay que combatir con un política de prevención sin precedentes, manteniendo la vida democrática, pero sin ignorar y sin olvidar que somos sus objetivos.
EDITORIAL ABC – 02/05/06