MIKEL BUESA-LA RAZÓN
- En Estados Unidos ya se ha presentado la Chips for America Act con el objetivo de recuperar el terreno perdido frente a China.
En este asunto, la política industrial retorna con fuerza después de que fuera arrumbada por la globalización. Regresa porque esta última no ha sido capaz de resistir los embates de una geopolítica en la que se multiplican los actores que pugnan por el dominio del mundo; y se hace imprescindible para los países y áreas –como la UE– que quieren seguir contando en el recién reeditado Gran Juego del poder internacional. Pero hay que añadir que nuestra Europa no resiste la comparación con el Amigo Americano. Éste anuncia unas ayudas directas a la industria microelectrónica de 52.700 millones de dólares mientras aquella se conforma con poner 3.300 millones de euros. Además, Estados Unidos anuncia un programa de I+D de 200.000 millones de dólares en diez años, que se desarrollará dentro de sus fronteras. Y añaden bonificaciones fiscales del 25 por ciento a las inversiones en nuevas plantas. No sorprende, por ello, que las principales multinacionales americanas del sector (Micron Technology, Qualcomm e Intel) hayan anunciado ya inversiones por valor de 144.200 millones de dólares. Y mientras tanto, la UE se conforma con la futura e hipotética movilización de 43.000 millones de euros. Que con estos números los europeos nos quedamos atrás es obvio. Algo habrá que aprender del ejemplo americano.