Rosario Morejón Sabio-El Correo

Doctora en Psicología y analista de relaciones internacionales

  • Amenazar a parte de la población estimula la deriva hacia un régimen autoritario

Atentos a la regularidad con la que Donald Trump se enfrasca en la eliminación del ‘enemigo interior’, tanto para nombrar a sus adversarios políticos como a los inmigrantes que expulsa, puede decirse que la expresión, en desuso desde la Guerra Fría, recobra brillo a los dos lados del Atlántico. En Francia, Marine Le Pen y Jordan Bardella juran haber roto con las ideologías; solo los guía el «sentido común». Pero las corrientes identitarias y racistas que alimentaban el Frente Nacional persisten en su entorno. Los discursos de Reagrupación Nacional (RN) señalan a los extranjeros como los principales «enemigos del interior». En su inauguración del curso, el 14 de septiembre en Burdeos, Le Pen prometía «ingentes ahorros una vez suprimida la inmigración de ventanilla social». Su público enardecido apostillaba: «¡Estamos en nuestra casa!». La historia enseña que la designación de ‘enemigos interiores’ y el recurso a la amenaza contra una parte de la población estimulan el deslizamiento hacia regímenes autoritarios.

El peso parlamentario de RN desde la disolución de 2024, su función como bisagra, los sondeos favorables, el hundimiento del Ejecutivo macronista y la progresiva concentración de la derecha republicana permiten a la extrema derecha francesa ser escuchada sobre el Presupuesto y asuntos en los que su parecer apenas contaba. Reagrupación Nacional se dirige a todas las categorías sociales -jubilados y empresarios- procurando además mantener el control de las clases populares. Por un lado defiende el Estado protector del pueblo;por otro, el liberalismo antifiscalidad: reducción de impuestos para los hogares modestos, rechazo de las «imposiciones a los ricos», rebaja del tren de vida del Estado, lucha contra la inseguridad y mejoras del poder adquisitivo… Ofreciendo tanto a todo el mundo, sin pensar en sus incoherencias, el dúo Le Pen-Bardella intenta disimular la violencia de su programa: el rechazo de los «enemigos del interior».

La ‘preferencia nacional’, transformada en el eufemismo «prioridad nacional», se presenta como remedio al déficit presupuestario con medidas como la desaparición de las ayudas familiares y al alquiler de los extranjeros que no demuestren cinco años de trabajo en el país, supresión de la sanidad para el foráneo, devolución de parados y demandantes de asilo a sus países de origen. Sin expresiones abiertamente xenófobas o antimusulmanas, RN esboza el retrato del ‘enemigo interior’ a batir, esa «inmigración de asistencia que engulle miles de millones cada año hasta transformar Francia en la taquilla social de Europa», remachó Bardella en la rentrée bordelesa.

El 1 de noviembre, Donald Trump dictó que, en lo sucesivo, EE UU solo acogerá a 7 500 refugiados al año. Sin precedente en la república estadounidense, una milicia gubernamental enmascarada, sin nombre ni matrícula en el uniforme, fuertemente armada, el ICE (Immigration and Customs Enforcement), la policía de inmigración, circula entre «los malos» para entregarse a su ‘misión’.

Desde enero, las calles de las grandes ciudades demócratas ven aparecer a esta extraña soldadesca uniformada, con atuendo de combate, máscaras negras, vehículos sin identificación. Con especial brutalidad, caza a los inmigrantes irregulares -más de 10 millones de personas- en sus puestos de trabajo, en las escuelas de sus niños, al acudir al hospital, en otros sitios cualesquiera. Valiéndose de esta milicia sin cara, Trump apela a enfrentar una «invasión interior». Los que protestan contra el ICE son unos traidores. Si hay que respaldar a esta tropa, el presidente envía al ejército, la Guardia Nacional. También se sirve de ella amparándose en la lucha contra la criminalidad en los feudos demócratas: Washington, Los Ángeles, Chicago, Portland en Oregón. Gobernadores y alcaldes se oponen. La ley les respalda pero Trump se la salta.

El golfista de Mar-a-Lago arengó el 1 de octubre a toda la jerarquía militar convocada deliberadamente por el secretario de Defensa, Pete Hegseth, con su programa de combate frente a la criminal anarquía que, según él, apresa las ciudades demócratas. «Vamos a ponerlas firmes. Esto también es la guerra». Dirigiéndose al plantel de oficiales superiores, prosiguió: «Esto se va a convertir en parte del trabajo de los aquí convocados. Le he dicho a Pete que utilizaremos algunas de estas ciudades peligrosas como entrenamiento de nuestros militares». Es difícil averiguar si la diatriba de Trump apuesta por la guerra interior o si es una astracanada más del líder MAGA.

El historiador Laurent Joly recuerda que «un patriotismo volcado contra los ‘enemigos del interior’ de origen extranjero» fundamenta el nacionalismo nacido a finales del siglo XIX. Este ‘nacionalismo étnico’ constituye el ADN de la extrema derecha francesa. «En esto se la reconoce todavía hoy», añade Joly. Planteamientos indeseables en cualquier punto del Planeta que se alejan de los derechos y prácticas que definen la calidad de una democracia liberal.