El Correo
Antonio Rivera Catedrático de Historia
Su relación con el PSOE «El socialismo que propone Sánchez es radicalismo de izquierda. Titulares y poco más»
«Si no dejamos claro entre todos que el terrorismo nunca debió ocurrir, corremos el riesgo de que otros jóvenes lo repitan en unas décadas», advierte
VITORIA. El catedrático de Historia de la UPV Antonio Rivera presenta estos días el libro ‘Verdaderos creyentes, pensamiento sectario, radicalización y violencia’ (Editorial Catarata). La obra recopila la visión de reconocidos expertos sobre el fanatismo político y el terrorismo, su última consecuencia. Desde el yihadismo a ETA, de cuyo entorno no espera guiños. «Hay dos generaciones de vascos que tienen que reconocer que su apuesta política y el dolor generado no ha servido para nada. Y eso es duro».
– ¿Es peligroso tener ideales?
– Para nada, los ideales por sí mismos son positivos. Lo peligroso es cuando algunos grupos consideran que sus creencias son trascendentes y se creen legitimados para imponerlas al resto a cualquier precio.
– ¿Cómo se convierte un creyente en un fanático?
– El fanático se hace mediante un proceso complejo. No hay una razón exclusiva, pero es más fácil que se fanaticen quienes necesitan dar un sentido a su vida y quienes viven en entornos concretos. Por mucho que se diga, la mayoría no se radicaliza en internet sino en casa.
– ¿Cuánto tiene Puigdemont de creyente en el ‘procés’ y cuánto de estratega político?
– Cualquiera que pretende transformar radicalmente la sociedad tiene mucho de creyente. No lo definiría como fanático, pero sí que hay algo sólido que le impulsa en el camino que ha recorrido. Y se cumple la premisa: cree que su objetivo mejorará la vida de mucha gente.
– ¿Hay fanáticos peores y mejores?
– A veces lo percibimos así, pero no. Los yihadistas cuyas masacres en Siria nos horrorizan son lo mismo que ETA, por mucho que hayamos convivido con los terroristas durante medio siglo.
– ¿La batalla por el relato es el último objetivo que le queda a ETA y a su entorno?
– Evidentemente. Ha perdido la batalla militar y quiere ganar la social, lo tienen clarísimo desde antes de que acabara el tiroteo. El resto también deberíamos estar en eso, pero…
– ¿Pero?
– Ante cualquier sufrimiento siempre intentamos olvidar lo antes posible y quizá la sociedad quiere cerrar la herida demasiado pronto. Aún no queda tan claro lo que queda por hacer ni lo que ha habido en los últimos 50 años.
– ¿Fue un ‘contigo o contra mí’?
– Fue un combate entre totalitarios y demócratas. Y generar un relato de acumulación que contente a ambos, como pretende el PNV, es muy complicado. Para que no vuelva a ocurrir hay que desligitimar el recurso a la violencia. Si nos quedamos en el terreno moral y en que una parte de la sociedad se equivocó cualquier generación futura puede volver a emprender ese camino.
– Pues aún no hemos llegado siquiera a que alguien reconozca que se
equivocó…
– Es que ETA militarizó todo su entorno y hay dos generaciones de vascos que tienen que reconocer que su apuesta política y el dolor generado no ha servido para nada. Y eso es duro.
– ¿Y ocurrirá?
– No he escuchado nunca a nadie del IRA decir algo así. No pedirán perdón, prefieren que pase el tiempo y que todo se difumine.
– Los más jóvenes no han visto matar a ETA, pero escuchan insistentemente hablar de la dispersión de los presos, de casos de torturas… ¿la equidistancia es un peligro real?
– Ni siquiera existe equidistancia, lo único que se ve son asesinos convertidos en víctimas. No a las que ellos han dejado por el camino. Para muchos sectores juveniles lo único que queda de todo aquello son los presos, y les parece que es el único problema que queda por solucionar.
Homenajes «inmorales»
– En ese puzzle, ¿dónde ubica los homenajes a los presos?
– No digo que sean ilegales, la pregunta es si son morales.
– ¿Y lo son?
– No. Me parece muy respetable que se hagan homenajes privados porque la madre de un asesino sigue siendo su madre y lo quiere, pero el que participa en un acto público es porque no se ha bajado del burro al que se subió hace 50 años. Simplemente están esperando a que cambien otra vez las tornas.
– Fue usted viceconsejero en el Gobierno de Patxi López. ¿Hacia dónde avanza el PSOE de Pedro Sánchez?
– El socialismo que propone Sánchez es propio del radicalismo izquierdista y muchos socialdemócratas puede que no se sientan representados. Buscan respuestas prácticas y no ideas que ocupan titulares pero no van más lejos.
– ¿Y el PSE? ¿Está rentabilizando su pacto de Gobierno con el PNV?
– No rentabilizó su participación en el Gobierno vasco de López, como para hacerlo en éste. Evidentemente no. Lo que debe quedar es que el PSE participó en la construcción de lo mejor de este país y ofrecer una imagen de utilidad. Y eso es lo que no hace el PSOE de Sánchez.
– ¿No?
– Con esas afirmaciones izquierdistas no tiene espacio propio. Los jóvenes que puedan quedar encandilados por ese discurso ya tienen a Podemos; a los sectores intermedios los está enganchando más el discurso de Rivera, y los viejos grupos que conocieron las mieles del partido ya están demasiado descreídos.