¿Cómo contarles a los alumnos de 16 años la historia de Ramón Baglietto, el hombre que fue asesinado por un etarra al que de niño había salvado de morir atropellado por un camión? ¿Cómo explicarles a los críos que el asesino, tras quedar en libertad, puso una cristalería en el mismo edificio en que vivía la viuda? En esas anda el Gobierno, dando el último retoque a las 36 páginas que conforman la nueva unidad didáctica El terrorismo en España, cuatro sesiones de clase dentro de la asignatura de Geografía e Historia de 4º de la ESO destinadas a una generación que ya no vive con la sombra permanente de ETA en el telediario pero que ha crecido con la amenaza del yihadismo.
El borrador de la unidad didáctica, al que ha tenido acceso EL MUNDO va dirigido a orientar de forma voluntaria a los docentes de toda España, a modo de libro de texto, para responder a la exigencia plasmada en el currículo estatal de que los alumnos conozcan qué es el terrorismo y sus acciones cometidas durante el Franquismo, la Transición y la Democracia.
Forma parte del proyecto educativo Prevención del terrorismo y de memoria de las víctimas del terrorismo, que se completa con los testimonios que, en persona, van a dar las víctimas en los institutos. La unidad didáctica, que debe impartirse durante el último trimestre del curso, también propone trabajar sobre los testimonios directos de los afectados y plantea ejercicios para los alumnos en los que tienen que investigar sobre los secuestros o describir el día a día de un amenazado:
EL ORIGEN.La primera sesión (de 45 minutos o una hora) explica qué es el terrorismo, un fenómeno que actúa «contra personas no combatientes» y «no inicia una guerra contra un ejército rival, sino que ataca de forma desprevenida y no convencional». También clasifica los grupos que han actuado en España conforme a sus principios ideológicos, desde los «nacionalistas radicales» (ETA, Terra Lliure, el MPAIAC…) a la «ultraderecha» (la Triple A o el Batallón Vasco Español), pasando por la «extrema izquierda» (los Grapo) y llegando a los yihadistas.
La segunda sesión analiza las primeras acciones de ETA. Sostiene que, «contra lo que a veces se ha sostenido, la aparición del terrorismo no fue una consecuencia inevitable de la existencia de una dictadura en España» y recuerda que «todas las víctimas son inocentes», algo que ahora parece una obviedad, pero que no lo era en aquellos años en que se homenajeaba a los terroristas y se criminalizaba a las viudas. «Las víctimas son la consecuencia más trágica del empleo de la violencia», resalta. Ofrece para su lectura y comentario el testimonio de Jesusa Ibarrola, madre de Begoña Urroz, la niña de 22 meses fallecida en 1960 que es considerada la primera víctima mortal del terrorismo en España: «¡Había estallado una bomba! Mi hija estaba abrasada y otras personas, entre ellas mi tía, heridas. Fue horrible».
ETA.La tercera sesión se centra en la Transición, la época con más víctimas mortales de ETA y una etapa «que estuvo sacudida por fuertes violencias». «El entorno que justificaba y protegía a ETA fue clave para su supervivencia», denuncia, señalando directamente a Herri Batasuna. Plantea que los alumnos lean el texto en el que Pedro Mari Baglietto se pone en el lugar de su hermano Ramón para relatar el momento del atentado, en 1980: «Para cuando quiero darme cuenta varias balas impactan en mi coche y dos de ellas se alojan en mi pecho […] Por fin va a ingresar en la nómina de los héroes de la patria. Apunta fríamente el cañón de su pistola en mi sien y dispara con gesto de orgullo». El borrador pide a los estudiantes que busquen en internet quién fue Ramón Baglietto, quién fue su asesino y qué actividades ha realizado Pedro Mari «para mantener la memoria de su hermano».
LA YIHAD.La cuarta y última sesión aborda el problema terrorista durante el periodo democrático posterior a 1982, en el que ETA «sigue teniendo un triste protagonismo» y aparecen los GAL: «Su caso nos recuerda que la lucha antiterrorista debe respetar las reglas del Estado de Derecho para evitar igualarse con el terrorismo al que se enfrenta», sentencia. Son años duros, los de secuestro de Ortega Lara y la muerte de Miguel Ángel Blanco. Como actividad final se propone un trabajo de investigación sobre «el secuestro como arma terrorista» y se pregunta a los alumnos: «¿Qué maneras se te ocurren para conmemorar a las víctimas del terrorismo?», «¿Conoces algún lugar de memoria dedicado a las víctimas del terrorismo en tu pueblo o ciudad?».
El borrador también plantea trabajar con un vídeo en el que se entrevista a Esther Sáez, superviviente de los atentados yihadistas del 11-M, la segunda víctima más grave de los trenes de Madrid: «Yo no perdí la conciencia y vi cosas que a veces son como una película de ficción o de guerra. Imágenes de restos humanos, de mis propias heridas, de un chaval muy joven sentado a mi lado, muerto. Las piedras del suelo en el que me tumbaron… […] Desde el atentado no había sido capaz de viajar en tren».