Alberto Pérez Giménez-Vozpópuli

  • El rey de los fontaneros de Moncloa volaba por cuenta propia y quería una Secretaría de Estado que dependiera de su Gabinete y en contacto directo con empresas y los fondos UE para potenciar la expansión de España. Pisó demasiados callos

27 de mayo. Hace apenas mes y medio, Iván Redondo proclamaba en la Comisión de Seguridad Nacional en el Congreso su fe ciega en Pedro Sánchez: “Lo primero que tiene que hacer un asesor por su presidente es tirarse por un barranco. Y yo lo hago. Y yo lo hago aquí, ahora y mañana”. 45 días después, Redondo es uno de los despeñados por el precipicio de la crisis de Gobierno empujado por el presidente del Gobierno.

¿Qué ha sucedido para que el rasputín plenipotenciario de Moncloa haya terminado cumpliendo la frase que cínicamente copió del ‘Ala Oeste de la Casa Blanca? ¿Cómo ha pasado de cerebro pensante de la España 2050 a asesor cesante en apenas unas semanas?

Cuentan fuentes socialistas, esas que se sienten enormemente “felices” por la caída de Redondo, que –como le ha pasado con otros ‘clientes’ como Monago, Albiol o Basagoiti- “asumió unas atribuciones que acabaron pisando demasiados callos”.

Redondo y sus citas en Moncloa

Por ejemplo, hace unas semanas convocó en Moncloa a la vieja guardia de la corriente Izquierda Socialista. Acudieron, entre otros, De la Rocha padre. Los ‘pata negra’ del partido, orgullosos del carné, no entendían por qué un ‘independiente’, un “consultor”, asumía esas atribuciones y les convocaba a una especie de sanedrín.

Por las fechas en las que Redondo aseguraba que estaba dispuesto a despeñarse por Pedro Sánchez, Redondo iba también realizando entrevistas y dando forma a una nueva estructura en Moncloa con vistas a la “remodelación del Gobierno que –aseguraba a sus interlocutores- sería entre el 15 y el 30 de julio”.

Redondo llevaba ya semanas, desde mayo, sondeando a destacados personajes de la empresa privada, sin carné del PSOE, como él, para conformar lo que debían ser los “segundos niveles” del nuevo Gobierno

Redondo llevaba ya semanas, desde mayo, sondeando a destacados personajes de la empresa privada, sin carné del PSOE, como él, para conformar lo que debían ser los “segundos niveles” del nuevo Gobierno. Redondo se sentía imprescindible en la sala de máquinas del Titánic de Sánchez. Les vendía que la remodelación iba “a ser muy amplia”.

Incluso, y con la ayuda de conocidos consultores con los que trabajó en el pasado y con los que ahora mantenía un contacto estrecho por la supervisión y planificación de los programas para gastar los fondos europeos, Redondo iba tejiendo una serie de encuentros para sondear a posibles candidatos.

A todos les vendía “la oportunidad” de formar parte de un Gobierno que debía gestionar los miles de millones de los Fondos de la UE y la necesidad de que, en estos meses que se avecinan y que serán cruciales para que España pueda afrontar con garantías la pospandemia, se necesitaba dar “un paso al frente” y empujar desde el Gobierno. Les reclamaba poco menos que un gesto de ‘patriotismo’ para entrar en un Gobierno que se centraría en la economía, dando más poderes a Nadia Calviño, una persona de confianza para Bruselas. Del plan de Redondo, esto de Calviño es una de las pocas cosas que se han cumplido.

Porque la idea que ha acabado con la carrera de Redondo era su plan de crear una nueva Secretaría de Estado, bajo supervisión directa de Presidencia y del propio Iván, que sirviera para potenciar la marca España y coordinar los intereses de los inversores extranjeros en nuestro país y de las grandes empresas españolas con proyección internacional que aspiran a crecer con los miles de millones de los fondos UE.

Dentro del Gobierno, los enemigos conocidos de Redondo –con Carmen Calvo a la cabeza– pusieron el grito en el cielo. La remodelación que pretendía Redondo era “demasiado”, y el poder que podría alcanzar –siendo casi el cordón umbilical entre los miles de millones de los fondos europeos y las empresas españolas- intolerable para los ‘pata negra’ con carné. La euforia cundía ayer en el PSOE desde que se conoció la defenestración de Redondo.

La idea de la Secretaría de Estado a la sombra de Redondo era una idea demasiado ambiciosa y que pisaba muchos callos. En la última semana, Sánchez –según fuentes del entorno del propio Redondo- decidió no tocar los ministerios de Podemos, no reducir carteras y se negó a transigir con la “reordenación de competencias” que pretendía el jefe de Gabinete. Esas mismas fuentes aseguran que el presidente del Gobierno le ofreció ocupar una cartera ministerial en el nuevo Ejecutivo, algo que rechazó Redondo. Sin el respaldo de su jefe, era «el momento de parar».

A media mañana de ayer enviaba una despedida con el sello de la Dirección del Gabinete de Presidencia. El presidente de una de esas consultoras que tan estrechamente han trabajado con él, José Antonio Llorente, de Llorente y Cuenca, exhibía la despedida de Redondo: “A veces en la política, en la empresa como en la vida, además de saber ganar, saber perder, hay que hacer algo mucho más importante: saber parar. Muchas gracias por todo. Ha sido un honor. Nos volveremos a ver”.

Redondo ha decidido parar. Él que, estaba dispuesto a tirarse por un barranco por Pedro Sánchez, salía sin una muestra pública de agradecimiento por parte del presidente en su comparecencia sin preguntas a la hora del telediario (que Redondo se vaya no quiere decir que no sigan vigentes sus enseñanzas y el discurso de Sánchez se retrasó hasta entrar en directo en el prime time informativo).

Sánchez dio las gracias a todos los ministros salientes e ignoró a Redondo. “No te fíes –insiste otra fuente socialista- me dicen que la ruptura no ha sido tan dolorosa y que es muy posible que le veamos pronto, ligado a los famosos fondos y las consultoras”. Llorente, de momento, se despedía con un “Nos vemos pronto!”. “Estad atentos”, insiste la fuente, “Redondo tiene muchas vidas”.