El escándalo del Cupo vasco

ENRIQUE CALVET – EL MUNDO – 13/05/17

· El autor considera de una gravedad extrema el acuerdo al que ha llegado el Gobierno con el PNV a cambio del apoyo para los Presupuestos Generales. Y lamenta que Ciudadanos respalde las cuentas en este contexto.

Se puede uno dejar llevar por las chanzas de pasar del Cupo al cuponazo, y otras genialidades. Pero no conviene, para nuestro futuro, minimizar la importancia del movimiento, suponemos que táctico, realizado por el Gobierno popular de Mariano Rajoy, ¿con complicidad?… Tanto más que el fenómeno de la corrupción, transformado en espectáculo morboso que impide analizar sus raíces, está sirviendo, como añadido a sus efectos destructivos, de distracción a mucha gente, a muchos votantes, para camuflar los terribles problemas estructurales que, de verdad, asuelan España.

Salvo que reparemos, como acaba de publicar mi amigo León Arsenal, que el uso y la disposición del dinero público, de nuestro dinero, al servicio del mal común, de la destrucción de la convivencia ética, es una forma obscena de corrupción.

En efecto, independientemente de la discusión sobre si el sistema de concierto vasco –ligado al amparo a los derechos históricos de los territorios forales recogido en la Constitución– es una anomalía antidemocrática conceptual o no, lo que no admite duda es que, al menos, dos aspectos son intolerables desde el punto de vista de la ética ciudadana y los valores republicanos (siempre apostillo que este concepto no tiene nada que ver con la forma de Estado, sino con los valores de la Ilustración que sustentan una democracia del siglo XXI): el mal cálculo del Cupo a pagar por el País Vasco y el uso de este concepto para chalaneo político totalmente opuesto a los intereses del bien común (otra cosa es el interés de politicastros apoltronados).

El segundo aspecto es escandaloso y se lleva practicando, en detrimento de la igualdad y solidaridad de los ciudadanos españoles, prácticamente, desde hace decenios, como poco. Utilizar el ahondamiento de privilegios económicos de unos españoles sobre otros, multiplicando la discriminación por motivos políticos, es intolerable y antidemocrático. De hecho, es lo que hizo el general Franco premiando provincias «leales» sobre provincias «traidoras». Una aberración. La real politik aplicada no a relaciones internacionales, sino a la gobernación de lo que es, constitucionalmente, una Nación de Libres e Iguales, a costa de sus valores de convivencia, es, sencillamente inmoral.

En cuanto al primer aspecto citado, el cálculo del Cupo, admitiendo la validez constitucional del sistema, y que es la vía por la que el Gobierno puede cometer la infamia de discriminar entre españoles o ajustar el sistema para que la justicia fiscal se mantenga y cada cual pague según debe, el escándalo es atronador.

Miles de páginas, estudios sesudos y coherentes (Ángel de la Fuente, FEDEA…) han demostrado sin atisbo de duda que el montante que ha entregado de forma sucesiva el Gobierno autonómico del País Vasco quedaba muy por debajo de lo que debiera ser la aportación normal de los habitantes de esa región para contribuir a los gastos nacionales y al proyecto común –España–, notablemente lo que se supone que aporta a la cohesión y reducción de desigualdades entre regiones y ciudadanos.

No hay un solo estudio científico –no hablo de panfletos políticos– ni un solo estudio riguroso que demuestre lo contrario; ni siquiera que demuestre que el Cupo que se ha ido pagando era justo. Que ahora el Gobierno diga que los vascos han pagado demasiado y que, por ello, les empiece a «devolver» los extras, no sólo es un insulto a la inteligencia y honestidad de los españoles, sino que es una indecencia. Es un ataque obsceno a la igualdad y fraternidad de los españoles y, por lo tanto, una merma de su libertad.

Se nos dirá que eso ha sido así prácticamente desde que se aprobó la Constitución, o desde 1982, más o menos intensamente. Sí pero no. Sucede que ahora sabemos mucho más, ahora los estudios están hechos y repetidos, ahora los partidos separatistas han mostrado su deslealtad y capacidad destructiva, ahora España está al borde del abismo y la gente está harta de pagar lo que no debe, ahora la desfachatez es boreal.

Y ahora el Partido Popular y el Gobierno que preside Mariano Rajoy no están solos. Y eso puede ser una tragedia añadida. Ciudadanos, la formación de Albert Rivera, aparentemente, ha tragado. Contra sus principios, contra sus raíces, contra su razón de ser, ha tragado. La formación naranja dice que votará en contra en no sé qué momento, pero en los Presupuestos Generales del Estado que ha sostenido están los ingresos, y está lo que se tendrá que ingresar por lo que es ya generosa bondad del Gobierno hispano vasco, y es menos, mucho menos…

Y, sobre todo, está el hecho político. No valen triquiñuelas, el volver a ceder ante un chantaje separatista, o peor, nacionalista, es apoyar el sistema de gobernanza que ha arruinado la convivencia y los valores democráticos. En España no había tanto un bipartidismo como un turnismo imperfecto en el que las cosas importantes (los dineros, la educación, la justicia, la cohesión, la ordenación del territorio, la sanidad…) las marcaban, básicamente, partidos separatistas o, en el mejor de los casos, regionalistas. Lejos del bien común global. Por eso se han disparado las desigualdades. Ante eso, Ciudadanos debía haber puesto pie en pared, y armar el gori-gori. Volvemos al compadreo con intento de manipulación mediática.

Como es el único que queda, el único partido, bien o mal llevado, que podría aún interesarse por una España de Libres e Iguales, que es para lo que nació, tenemos todavía que esperar que recapacite y que vuelva a sus orígenes y a lo esencial. Si se convierte en otra formación más, cómplice del desguace y de la insolidaridad, será desde luego una tragedia. Si traiciona sus principios más importantes –mucho más importantes que prorrogar los Presupuestos un año; el Gobierno vasco lo hizo tres–, será el momento de apagar definitivamente la luz. O de crear otro instrumento democrático…

Enrique Calvet Chambon es eurodiputado español, independiente, adscrito al Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa (ALDE).