Ignacio Camacho-ABC
- Los ERTE y demás ayudas venían con carga de espoleta retardada que estalla al hacer la declaración tributaria
Muchos trabajadores de salario mileurista se van a llevar una desagradable sorpresa cuando hagan su declaración de Hacienda. A algunos madrugadores ya les ha ocurrido. Van a la página de la AEAT bien prontito para que les llegue la devolución cuanto antes, descargan el borrador, lo rellenan aplicando las deducciones de rutina y, zas, sale a pagar. Al limbo el cálculo de un leve alivio primaveral para el bolsillo. La razón del susto es que recibieron sin la correspondiente retención los ingresos de los ERTE a los que estuvieron sometidos durante 2020. No fue un error burocrático; el Gobierno confió en que iba a tratarse de una emergencia breve, apenas los meses del estado de alarma, y alguna de esas minervas siempre atentas a los detalles de la propaganda decidió que convenía hacer el pago en bruto para amortiguar la sensación psicológica de descalabro. Además, al existir dos pagadores donde antes había uno solo, las empresas contratantes retuvieron sólo la parte proporcional del sueldo más bajo que efectivamente habían abonado. Resultado: según el Colegio de Gestores, la broma les puede salir hasta por unos 1.500 euros a empleados que ganasen 21.000 al año.
La web del Servicio Estatal de Empleo, el organismo que no aplicó el descuento, lleva varias semanas bloqueada por un ataque pirata a su muy envejecido sistema informático. Como la tarea de reparación va lenta, por decir algo, alrededor de 150.000 ciudadanos han cobrado o cobrarán con retraso sus prestaciones del mes de marzo. Los perceptores del Ingreso Mínimo Vital, el único logro del que puede presumir Pablo Iglesias, también tendrán que declarar el IRPF, así como sus familiares y convivientes, por escasa que haya sido su renta. Esto significa en la práctica pérdidas por incompatibilidad de pequeñas deducciones y ayudas complementarias a madres de familia numerosa o personas con trabajos ocasionales de remuneración escuálida. Hablamos de gente con problemas severos para cubrir los gastos esenciales de su economía cotidiana. De clases populares o pequeña burguesía venida a menos que han sufrido durante la pandemia el impacto de la crisis de empleo. No precisamente de los ‘ricos’ a los que la Coalición de Progreso presume de haber subido los impuestos. Rebañando por la base de la pirámide, el Estado recaudará por este procedimiento alrededor de 300 millones de euros.
El famoso escudo social venía, pues, rasgado de fábrica. El Ejecutivo de Sánchez carecía de capacidad de gestión para controlar los efectos secundarios de las medidas que apresuradamente puso en marcha, normas excepcionales despachadas de modo atropellado sin tener en cuenta sus repercusiones ni menos las fórmulas para compensarlas. Y, oh casualidad, las consecuencias de la ineficiencia administrativa acaban redundando, como de costumbre, en beneficio de la colecta tributaria.