TEODORO LEÓN GROSS-ABC
- No se trata de un calentón tabernario sino de un cálculo frío
Una vez más, Pedro Sánchez ha sabido maniobrar en el punto exacto para llegar a una campaña electoral con el tablero a favor. Hoy nadie se atrevería no ya a poner la mano en el fuego contra él, sino a hacer un pronóstico. Y este miércoles, en el Congreso, a veinticuatro horas de la campaña, se ha montado un mitin a su medida, jugando en casa con un arbitraje tipo Negreira. Casualmente veinticuatro horas antes, como ya sucedió con el novio de Ayuso en víspera de la Junta de Fiscales, se ha filtrado también en ‘El País’ un informe de la UCO exculpando a Begoña Gómez que el presidente enamorado esgrimirá como si fuesen las tablas de la ley bajadas del Monte Sinaí. Hoy toca, en fin, una ‘performance’ de aúpa en San Jerónimo. Y Sánchez es un artista del género, el Marina Abramovic de la política, sin pudor para presentarse como víctima de la máquina del fango, centinela de la democracia ante el asalto de la ultraderecha y el estadista capaz de resolver no ya Gibraltar, que se le queda corto, sino Oriente Medio.
Sánchez encara la campaña, de nuevo, en una espiral provocadora con Vox para transmitir que España no es esa sociedad moderada donde cabe entenderse bien, sino un campo de batalla donde la ultraderecha avanza arrasando en modo tierra quemada. Y ahí Milei le ha venido de perlas. De hecho, Sánchez y Milei no son dos gallos disputándose un corral, sino dos gallos escenificando una pelea ficticia, un vulgar duelo de ‘pressing catch’ sin molestarse en simular demasiado, para venderle cada uno a su corral que no hay otro más gallo que él. A los dos les interesa la farsa para sus mercados domésticos. Este Gobierno ha dejado correr provocaciones de otros capitostes latinoamericanos contra el Jefe del Estado, pero monta un carajal diplomático por un quítame allá esas palabras sobre mi mujer. Hombre, hombre… Por supuesto, no se trata de un calentón tabernario sino de un cálculo frío del tipo sin escrúpulos que suspendió la Presidencia del Gobierno durante cinco días para blanquear su figura con un plebiscito emocional.
La ‘performance’ sanchista de hoy examinará también al PP, donde van a necesitar cabeza fría e ideas claras. Tiene sentido que Feijoo reivindique el espacio de la moderación, entre las derivas desafiantes de PSOE y Vox, dispuestos a caldear la polarización sin miramientos para movilizar a su tropa, acusado por unos de derechita cobarde y por los otros de mimetizarse con la ultraderecha. Ayer les lanzaron de nuevo al Maquinista del Fango, Óscar Puente, llamando borracho al hombre de confianza de Ayuso, como llamó drogadicto al presidente argentino, a ver si picaba prestándose a ser caricaturizado como el Milei de Orense. Sánchez es capaz de todo, y ahí va de regreso la embajadora de España en Argentina, lo que no sucedió con Marruecos, Argelia, Israel o Rusia, sin que parezca que haya una estrategia eficaz contra toda esa impostura. Y se gastan las balas.