Luis Ventoso-ABC

  • No nos engañemos, los españoles están con su país, su democracia y su Rey

Felipe VI dijo ayer una serie de cosas cabales en el 40 aniversario del 23-F, de sentido común y acordes a su cargo de jefe de Estado. Por supuesto, una inmensa mayoría de los españoles concuerda con él. Aunque se nos intenta hacer crecer que no, debido a una sobrerrepresentación en nuestro espacio político y mediático del clan de los megacabreados (los separatistas y la izquierda antisistema).

El Rey discrepó con acierto de las tesis del enfurruñado vicepresidente Iglesias y de su partido, que declaran a diario que nuestra democracia y nuestra Constitución son una bazofia, y defendió «la plena vigencia y fortaleza» del sistema democrático español. También recordó la labor crucial de su padre, Juan Carlos I, a la hora de parar el golpe del 23-F, un hecho histórico probado. Su discurso fue escuchado en el Salón de los Pasos Perdidos por los representantes de PSOE, PP, Vox y Cs, partidos que defienden el orden constitucional y la democracia y que aplaudieron al monarca. También estuvo presente allí Podemos, con Iglesias y Echenique, que se cuidaron de no aplaudir y teatralizar un gesto hosco. Los separatistas de ERC, Junts, Bildu y BNG dieron el plantón, y hasta organizaron una protesta-pantomima. También faltó el venerable Partido Chupategui -antaño PNV-, que solo se acuerda de España para exprimir la ubre. Empiezan a resultar muy cargantes las lecciones santurronas y perdonavidas a lo Aitor Esteban por parte de un partido que va de institucional, pero que sistemáticamente desprecia a los españoles plantando los actos solemnes más importantes del país y dando la espalda a todo aquello que atañe a los intereses generales. Por su parte, nuestros comunistas e independentistas podrían aprender un poco de la izquierda británica y el separatismo escocés. Corbyn no era menos izquierdista que Echenique, pero observaba perfectamente la etiqueta en los actos de la Reina y aplaudía con la educación acorde al protocolo. Lo mismo ocurre con la independentista escocesa Sturgeon. Aquí, en cambio, tenemos que soportar el permanente y ofensivo desdén de unos partidos que en realidad constituyen una parroquia minoritaria, unas formaciones que quieren estar en las instituciones españolas y al tiempo ciscarse en ella.

España está pagando un paso garrafal del PSOE de Zapatero, que se ha agravado con Sánchez: los socialistas han elegido odiar a los otros partidos que apoyan la Constitución y la unidad nacional para entregarse al pacto y la lisonja con los separatistas y la izquierda antisistema. El resultado es una dañina mixtificación, que da a los megacabreados una fuerza que no se corresponde con su exigua realidad numérica. En las últimas elecciones generales votaron 24,5 millones de españoles. PSOE, PP, Vox y Cs, los que ayer aplaudieron al Rey, sumaron 16,9 millones de votos. Los megacabreados (Podemos, ERC, Junts, PNV, Bildu y BNG) se quedaron en cinco millones. No se dejen engañar. Una abrumadora mayoría de los españoles están con su país, su democracia y su Rey.