Diego Carcedo-El Correo

  • Portugal está disfrutando con una democracia que, a la vista de como ha venido evolucionando, puede ser calificada de ejemplar

Estas semanas pasadas los portugueses celebraron con euforia y optimismo el cincuenta aniversario de la revolución que puso fin a la férrea dictadura salazarista. Fue sin duda un hecho histórico que el país está disfrutando con una democracia que, a la vista de como ha venido evolucionando, puede ser calificada de ejemplar. El sistema vicepresidencialista que se renueva por elección directa garantiza una división clara entre los tres poderes y defiende la igualdad entre los ciudadanos y done el Gobierno desarrolla sus funciones sin interferencias en el judicial y viceversa respetando la relación correcta entre la pluralidad de partidos que aspiran al poder.

Tradicionalmente ya puede decirse después de medio siglo que dos mayorítarios se vienen alternando en el Ejecutivo: el socialista (PS), de izquierda moderada, y el PSD, de centro derecha, aparte de otros, desde el comunista de afinidad soviética, hasta Chega, de extrema derecha que hace de bisagra. Las anteriores legislaturas estuvieron presididas por el socialista Antonio Costa, al que se atribuye una gestión exitosa que se frustró inesperadamente cuando meses atrás se vio implicado en una acusación de corrupción que posteriormente la Justicia descartó al tratarse de una coincidencia de apellidos. Pero Costa no esperó a que la Justicia se pronunciase, ese mismo día presentó su dimisión tanto en el Gobierno como en el partido y, tras consultar al jefe del Estado, convocó elecciones generales.

No era la primera vez que los jueces desde su independencia actuaban contra el jefe de un Gobierno: nueve años antes ya habían juzgado y condenado a otro, José Sócrates, a seis años prisión que cumplió como determina la Ley. Costa por el contrario salió exculpado. Se celebraron las elecciones en 2022, por estrecho margen ganó la oposición, el PSD, y su líder, Luis Montenegro, nombrado jefe del Gobierno. Hace días se celebraron elecciones europeas y el resultado entre los dos partidos volvió a ser muy ajustado, vencieron los socialistas por un diputado. Durante todo este tiempo, como ya venía ocurriendo varias décadas, la relación entre los dos partidos rivales – nunca enemigos como había ordenado Sa Carneiro, el fundador del PSD – fue dura, pero siempre respetuosa con la igualdad de derecho a opinar y actual de todos los portugueses.

Las recientes elecciones europeas abrieron la pugna por los cargos importantes dentro de la UE y el primer ministro, Montenegro, se apresuró a proponer a su adversario y predecesor, ya limpio de culpas, Antonio Costa para presidir el Consejo de Europa, es decir, el puesto más alto de la Comunidad. Y no solo lo propuso, desde ese momento consta que esta trabajando intensamente en la búsqueda de apoyos, empezando por el del socialista español Pedro Sánchez, que enseguida prometió el suyo. Portugal en estos años además de experimentar progreso y prestigio internacional ya ha tenido al frente de dos legislaturas comunitarias a un presidente conservador y mantiene a un socialista Antonio Guterres como secretario general de la ONU. Un buen espejo político vecino.