Jesús Cuadrado-Vozpópuli
La esposa del presidente es ya la enseña de un régimen de corrupción institucional
Las pesquisas de la UCO sobre las andanzas comerciales de la esposa del presidente del Gobierno evidencian un caso de lo que la teoría política define como Patrimonialismo. Ocurre cuando los que gobiernan no diferencian entre el patrimonio del Estado y el de la familia. Definitivamente, aunque el sanchismo político y mediático se desespere por taparlo, Begoña Gómez es ya la enseña de un régimen de corrupción institucional. Sus implicaciones detectadas en ayudas públicas a proyectos rurales son un buen ejemplo.
Recién instalada en la Moncloa, la esposa del presidente, por serlo, ya era presentada como “embajadora del mundo rural”. En la Feria Nacional de la Repoblación de la España vacía fue recibida como agua de mayo por el lobby de los neorurales, a los que Begoña Gómez regaló los oídos: “se necesitan muchas inversiones, algo que ahora es posible a través de fondos europeos”. Ellos le agradecieron el apoyo a sus actos de promoción, “unas veces sola y otras en compañía de su esposo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez”.
Sentaba cátedra con perlas como esta: “Puedes emprender una empresa con más oportunidades en el medio rural que en una ciudad, donde hay más competencia”
Es asombroso con qué rapidez se fabricó la mujer del presidente un perfil de especialista en desarrollo rural. Además de “impulsora de proyectos”, es decir, captadora de subvenciones que dependían de su esposo, fue elevada a la categoría de experta en economía social, impacto del Tercer Sector o, llegado el caso, turismo rural sostenible -de la mano de Globalia-. En respuesta, la directora de la Cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid sentaba cátedra con perlas como esta: “Puedes emprender una empresa con más oportunidades en el medio rural que en una ciudad, donde hay más competencia”.
Todo el Gobierno, sus 22 ministerios, pusieron a disposición de doña Begoña Gómez de Sánchez un plan rural de “130 medidas frente al Reto Demográfico” regado con miles de millones y sin estrategia nacional de transición rural reconocible detrás. Una caja de herramientas para impulsar proyectos de repoblación, es decir, para lograr subvenciones del Gobierno. Para ese negociado, la esposa del presidente es invencible en su función publicitada de experta en “captación de fondos para el Tercer Sector”. Como apóstol de la nueva ruralidad, su currículo ha ido creciendo en estos siete años asociado a múltiples plataformas: Ruralanía, Innova Rural, Holapueblo, G-100 (50 hombres, 50 mujeres), Fademur, Presura, Cives Mundi, Red Nacional de Pueblos Acogedores, Ruraltivity, El Hueco, etcétera.
Piensa en millones de familias españolas que han metido gran parte de sus ahorros en la rehabilitación de viviendas secundarias sin recibir ningún incentivo del Gobierno de Sánchez. Son la población “vinculada” a los pueblos, esenciales agentes de la transición rural
El lema es “hay dinero”. A la espera de una auditoría que responda a la generosa utilización de fondos nacionales y europeos, y a una evaluación de rendimientos en “repoblación” de los proyectos impulsados por la esposa del presidente, la pregunta obligada es qué tiene que ver esto con una política nacional de cohesión territorial. Piensa en millones de familias españolas que han metido gran parte de sus ahorros en la rehabilitación de viviendas secundarias sin recibir ningún incentivo del Gobierno de Sánchez. Son la población “vinculada” a los pueblos, esenciales agentes de la transición rural según los geógrafos expertos -ellos, sí-.
Max Weber estableció un catálogo de rasgos que definen el Patrimonialismo. Consistiría en una utilización del poder político en el que los recursos del Estado sirven para asegurar la lealtad de clientes. Que el sanchismo practica esta aberración es una obviedad diaria, pero lo más sorprendente es con qué facilidad es asimilado por gran parte de la sociedad española. Cuando, al iniciar su presidencia, Sánchez dijo aquello de “la fiscalía, ¿de quién depende?”, lo más impactante fue la mansedumbre con la que el periodista entrevistador aceptó aquella andanada contra la democracia liberal española.
El constitucionalista mexicano José Ramón Cossío interpreta el neopatrimonialismo que asola muchos países en la actualidad como un control personalista del poder y la administración de los recursos del Estado como si fueran propiedad privada del gobernante. De hecho, autocracia y cleptocracia irían unidas. Las historias bochornosas de Jessica, “la sobrina”, y David Sánchez, “el hermanísimo”, conectan directamente con la figura de los ñoquis, conocidos en Argentina con ese nombre porque se trata de empleados públicos que solo se pasan por la oficina una vez al mes para cobrar. Vale tanto para la Argentina kirchnerista como para la España sanchista.
Hace pocos días, el Consejo de Europa advertía al Gobierno Sánchez por el incumplimiento de 19 recomendaciones para combatir la corrupción, regulación de conflictos de interés incluida. De nuevo, ya asimilado en horas veinticuatro. ¡Con que rapidez se degrada una democracia!