ABC-IGNACIO CAMACHO
Menos España en Cataluña, ésa es la consigna: repliegue institucional, cesión de espacios, estructura mínima
MIRA que fue clara la lección, pero no la han aprendido. El batacazo andaluz del PSOE no ha bastado para que Sánchez enmiende su trayectoria de aproximación al nacionalismo. Que le echase la culpa exclusiva del fracaso a Susana Díaz –sus errores tuvo, desde luego, y no menores– era algo previsto porque sirve de argumento para una revancha pendiente entre viejos enemigos. Pero esa explicación por sí sola no es de recibo. Cualquiera con cierto criterio objetivo sabe que si algo ha movilizado a la derecha andaluza ha sido la irritación contra el pacto no escrito entre los socialistas y el separatismo. Así lo han entendido también los barones del PSOE, que temen recibir similar castigo. Pues bien: he aquí que en un ejercicio de contumacia inmune a todo atisbo autocrítico, el presidente insiste en arrimarse a los independentistas y otorgarles prebendas y caprichos. Los Presupuestos son un compendio de arrumacos, carantoñas y mimos con los que espera obtener el visto bueno de los sediciosos para seguir un rato más al frente del Ejecutivo. Es la estrategia de Iceta, un tipo inteligente que pasa por autor de análisis muy finos que básicamente consisten en admitir de salida la hegemonía del soberanismo y en pura lógica aspirar como máximo al empate infinito. Sánchez lo escucha porque le regala el oído y porque en el fondo dice lo que piensa él mismo, que nunca hubiese alcanzado el poder de haber respetado los límites que estableció su partido.
En principio no sería un problema que le hiciese caso porque por ese camino acelerará su desgaste y precipitará su descalabro. Sucede sin embargo que ese criterio apaciguador compromete en Cataluña la presencia misma del Estado, cuya estructura, ya testimonial, va a sufrir otro importante recorte presupuestario. En este momento, la Administración central apenas representa en el Principado un 9 por ciento –en Andalucía es el 21, en Valencia el 19– y esa proporción va a continuar en retroceso. Las inversiones en departamentos estatales disminuyen un tercio, y ello teniendo en cuenta que sólo afectan a ¡¡tres!! Ministerios. No pregunten dónde está el resto: simplemente ha ido desapareciendo, achicándose por las cesiones de competencias de los anteriores Gobiernos. Ésa fue una de las causas, si no la principal, que permitieron a los secesionistas organizar con tanta facilidad el Proceso: un golpe contra el Estado perpetrado desde dentro porque el Estado, en realidad, ya eran ellos. Se había ido disolviendo por voluntad propia en una especie de suicidio lento.
Ahora esa representación nacional, de por sí reducida, va a quedar jibarizada en obsequiosa complacencia con el designio soberanista. Menos España en Cataluña, ésa es la consigna: cesión de espacios, repliegue institucional, comparecencia mínima. Si todo eso tiene en mayo consecuencias políticas no va a haber ya modo de responsabilizar a Díaz.