José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 15/6/2011
El pasado ha regresado al territorio exento de Estado de Guipúzcoa. Todo lo que se ganó para la libertad, para la vigencia efectiva de la ley, se ha malbaratado al permitir el propio Estado que el peor de sus enemigos vuelva a penetrar en el sistema.
Bildu se ha encargado de acreditar que, como supuso la Policía y la Guardia Civil, es una estrategia de ETA, una extensión de la banda terrorista, una mimetización de la anterior Batasuna. Sus actitudes y sus decisiones son calcadas de la izquierda abertzale pro etarra porque Bildu, debidamente tuneada en unos estatutos hipócritas, hace lo que ETA espera que haga: se niega a condenar sus delitos pasados, tampoco rechaza el linchamiento del concejal popular de Elorrio, reclama la liberación de los pistoleros ahora encarcelados y no iza la bandera nacional en los edificios oficiales. Apariencia y realidad: ambas convergen en una Bildu que es una mutación de la más rancia Batasuna.
¿Habrá que recordar ahora cómo el lehendakari reclamaba comprensión para esa sedicente izquierda? ¿Cómo lo hacía Izquierda Unida? ¿Cómo callaba el Ejecutivo remitiéndose a un untuoso y ritual respeto a la decisión de los tribunales? He aquí el resultado: se nos ha echado la historia encima; han reaparecido los fantasmas del miedo y la coacción; se han vuelto a ocupar las calles con himnos, gritos y puños agresivos. El pasado ha regresado al territorio exento de Estado de Guipúzcoa. Todo lo que se ganó para la libertad, para los derechos civiles, para la vigencia efectiva de la ley, se ha malbaratado al permitir el propio Estado que el peor de sus enemigos vuelva a penetrar en el sistema.
Muchos ciudadanos españoles no saben que las Juntas Generales que dominan los bildus y que la Diputación Foral que presidirá uno de ellos, son entidades que disponen de poder normativo el primero -especialmente en materia fiscal- y de todas las facultades de una Hacienda soberana, la segunda. Toda la información fiscal de personas físicas y jurídicas de Guipúzcoa quedará al alcance de Bildu desde el mismo momento en que un Diputado General de la coalición penetre en la sede foral de San Sebastián. No sólo eso: desde Guipúzcoa podrá conocer la información de las Haciendas de Vizcaya y Álava. Será un bildu el que negocie también el cupo interno al Gobierno vasco y el que forme parte de la comisión que acuerda con el Estado la aportación vasca a las cargas comunes. Entre ayuntamientos y Diputación Foral -además de las empresas públicas- Bildu va a manejar más de mil millones de euros y posar sus ojos sobre la intimidad de cientos de miles de ciudadanos.
No habrá banderas nacionales en los edificios públicos oficiales de Guipúzcoa; su Diputación Foral aportará o no fondos a infraestructuras intercomunitarias como el AVE al País Vasco al que ETA ataca; la prioridades del gasto serán diferentes a las más sensatas; las familias de etarras serán financiadas y las víctimas del terrorismo de nuevo preteridas. Todo eso -podría continuar- hará sin duda alguna Bildu en el territorio exento de Estado de Guipúzcoa. Tendremos -tendrán- mucho tiempo para arrepentirse quienes calcularon mal -prefiero no adentrarme en juicios de intenciones al respecto- lo que parecía que era, pero en realidad nunca fue Bildu. A partir de ya, la coalición nombrará asesores, empleados de empresas públicas, trabajadores eventuales y de confianza, es decir, refinanciará el entramado borroka, ese que ya ha emergido con el descaro habitual en el entorno de la banda terrorista. No habrá Estado en Guipúzcoa.
La insensata irresponsabilidad del PNV, que debió sumarse al PSE y al PP para evitar este disparate, le pasará factura porque no tocará balón en Guipúzcoa y se quedará reducido al bizkaitarrismo con capital en Bilbao, mientras Álava, de la mano del PP y del PSE, se distancian más de esa EuskalHerria que el abertzalismo sabiniano pretende por enésima vez construir sobre el desafío a la democracia española. Los peneuvistas merecerían que los bildus les pongan en su lugar: seguramente lo harán porque entre ellos -Bildu y PNV- hay una relación de amor y odio que sólo cede ante la reciprocidad con la que detestan al constitucionalismo.
En el País Vasco -digan lo que digan portavoces de ocasión; afirmen lo que afirmen medios que hacen del comedimiento cobardía o convencionalismo; aseguren lo que aseguren empresarios que temen la hegemonía guipuzcoana de la izquierda abertzale– ha regresado el miedo a la dilución del Estado, ha vuelto el escalofrío del EuskoGudariak cantado puño en alto, ha reaparecido el encapuchado con el presoakkalera. Ha vuelto la pesadilla. Porque Batasuna, porque Herri Batasuna, porque el entorno de ETA se ha instalado con armas y bagajes en Guipúzcoa con la aquiescencia del PNV.
Den ustedes por derogado el Estado allí por mucho tiempo. En una sola jugada, bajo un Gobierno como el de Zapatero en fase avanzada de putrefacción, una ETA a control remoto -que no se ha disuelto, ni rendido, ni entregado las armas- dispone ya de nóminas, instituciones y gente respetable para desarrollar su estrategia de legitimación histórica que pasa por la deslegitimación del Estado que Bildu se encargará de perpetrar. Hemos perdido lo que ganamos a lo largo de los últimos quince años. Pena.
José Antonio Zarzalejos, EL CONFIDENCIAL, 15/6/2011