El Estado moderno ha recibido muchos apelativos para calificar su función: Estado-Providencia, Estado del Bienestar, Estado de Derecho, Estado social, Estado democrático, entre otros. Pues bien, en las protestas que se han sucedido en Irán desde septiembre de 2022 con motivo del asesinato de la joven Mahsa Amini, han muerto por disparos o palizas de la Guardia Revolucionaria o de las milicias Basij setecientas cincuenta personas. En las manifestaciones que tuvieron lugar en 2019 fueron mil quinientas las víctimas por arma de fuego o a golpes que perdieron la vida. Cada año desde su implementación en 1979 tras la caída del Sha, el régimen teocrático iraní ha ejecutado a centenares de personas, homosexuales, reos de delitos menores que en Occidente merecerían a lo sumo una multa o unos meses de cárcel, miembros de minorías étnicas o religiosas, activistas de derechos humanos o disidentes. De hecho, la República Islámica de Irán ostenta el siniestro récord mundial de ejecuciones per cápita, por encima de China o de las monarquías del Golfo.
Los verdugos del pueblo iraní han ejecutado desde principios de mayo a ciento dieciséis reos, ¡una ejecución cada cinco horas!
Es trágicamente célebre la masacre del verano de 1988 cuando por orden directa del Ayatolá Jomeini fueron colgados treinta mil prisioneros políticos, muchos de ellos cumpliendo condena firme de reclusión, en flagrante vulneración de los principios elementales del derecho, la mayoría afiliados a la organización de los Muyahidines del Pueblo de Irán, el principal grupo opositor a la dictadura clerical. En una frenética huída hacia adelante, asediados por las persistentes revueltas y huelgas de los últimos meses, los verdugos del pueblo iraní han ejecutado desde principios de mayo a ciento dieciséis reos, ¡una ejecución cada cinco horas! A la vista de esta trayectoria sangrienta de represión cruel e inhumana, se puede afirmar con gran precisión terminológica que la República Islámica de Irán es un Estado-Patíbulo. Los ayatolás chiitas que gobiernan el país desde hace cuarenta y cuatro años han convertido el Estado iraní en una máquina inmisericorde de liquidar a aquellos de sus ciudadanos que muestren la mínima desafección al régimen o que, en ejercicio de su libertad, osen desobedecer alguna de sus tiránicas reglas basadas en la interpretación más rigorista y fanática del Corán.
Las actividades criminales del régimen iraní contra sus propios compatriotas y en el extranjero en teatros conflictivos como Siria, Irak o Yemen, por no mencionar el intento de ataque terrorista en junio de 2018 en Villepinte (Francia) contra la presidenta del Consejo Nacional de Resistencia de Irán (CNRI), Maryam Rajavi, y los numerosos dignatarios internacionales que la acompañaban, han llegado a tal punto de virulencia y agresividad que se ha producido un hecho insólito: ciento doce ex jefes de Estado o de Gobierno de Europa y América han dirigido una carta abierta al presidente de Estados Unidos, al presidente del Consejo de la UE, al primer ministro del Reino Unido y al primer ministro de Canadá, con copia a los Gobiernos de los veintisiete estados miembros de la UE, en la que condenan enérgicamente la represión que tiene lugar en Irán, con especial mención de las ejecuciones de los últimos meses y de la masacre de 1988, y apoyan explícitamente al CNRI y en particular el plan en diez puntos de su presidenta, que incluye la separación de la religión y el Estado, la igualdad de género, la desnuclearización de Irán, elecciones libres, libertad de expresión y de reunión, abolición de la pena capital y autonomía política dentro de un Irán unido para las distintas comunidades territoriales. Asimismo, piden a los destinatarios de la carta que procedan a la clasificación de la Guardia Revolucionaria de Irán como organización terrorista en sus respectivos países y que tomen las medidas necesarias para que los dirigentes iranís responsables de crímenes contra la humanidad comparezcan ante la justicia. La lista de firmantes es impresionante y en ella figuran el ex vicepresidente de EEUU Mike Pence, los ex presidentes de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker y Romano Prodi, el ex presidente de Polonia y Premio Nobel de la Paz, Lech Walesa, el ex primer ministro de Canadá Stephen Harper, el ex primer ministro de Italia Mateo Renzi, el ex presidente de Chile Ricardo Lagos, el ex primer ministro de Bélgica Guy Verhofstadt, el ex primer ministro de España José María Aznar y el ex primer ministro de Portugal Pedro Passos Coelho.
Hay que estar ciego o carecer por completo de inteligencia estratégica para no comprender que se presenta la oportunidad real de acabar con un enemigo mortal de Occidente
Cuarenta años de apaciguamiento, diálogo y negociaciones con los ayatolás iranís no han dado ningún resultado, es más, han sido contraproducentes, porque sólo han conseguido envalentonarlos, que se crean impunes, que impulsen con descaro creciente su programa nuclear y que se prolongue el sufrimiento del pueblo de Irán sometido a su férula. Hay una regla de oro aplicable a la política y a la vida en general que dice que si algo no funciona es absurdo insistir en ello y hay que probar algo diferente. Es evidente que ha llegado la hora de un cambio de enfoque en las relaciones de las democracias occidentales con la teocracia criminal imperante en Irán que sustituya la política de complacencia practicada infructuosamente durante demasiado tiempo por otra de firmeza y contención efectiva. Dada la actual situación interior en Irán donde las distintas familias del régimen se enfrentan entre sí, se empiezan a producir defecciones en sus filas y todos los sectores de la sociedad claman por el fin de la dictadura religiosa y la instauración de una república laica y democrática, hay que estar ciego o carecer por completo de inteligencia estratégica para no comprender que se presenta la oportunidad real de acabar con un enemigo mortal de Occidente si se ejerce la presión adecuada desde el exterior que levante la moral del pueblo de Irán y termine de una vez con el régimen más inicuo que ha existido desde que el nazismo y el estalinismo mostraran los abismos morales a los que los seres humanos pueden descender si los buenos no hacen nada.