O sea que Pedro bastante tiene con lo suyo como para hacer de contrafuerte. Tenemos al Gobierno y al Ministerio Fiscal, que no parecen partidarios, aunque lo han expresado en términos mejorables. Dice Rajoy que «es un chantaje querer liquidar el Estado en 24 horas». Hombre don Mariano, también lo sería en 48. El fiscal general considera el borrador de la ley «sorprendente y extraño a un Estado de Derecho». Extraño sí, sorprendente en absoluto. Ya no hay lugar para sorpresas.
Algo debería hacer ya el presidente. Al fin y al cabo juró ante el Rey «guardar y hacer guardar la Constitución» hace casi siete meses y parece que concurren los dos supuestos necesarios para la puesta en marcha del artículo 155: una comunidad que no cumple las obligaciones que le imponen las leyes y/o que «atente gravemente al interés general de España». Si no se dan ambos en el caso que nos ocupa, tal vez debería negociarse una reforma constitucional para eliminar el trasto inútil con una mayoría de al menos 4/5 de la Cámara.
El invitado de Carmena blasonaba el lunes que el Estado no es tan fuerte como su voluntad sediciosa, ni la Unión Europea para no admitirlo como socio. Exigió el referéndum con ultimátum: si no, la independencia inmediata. Este tipo, que no se ha leído a Max Weber, es el representante ordinario del Estado en la Comunidad Autónoma Catalana. Todo va haciendo juego. Un diario de Barcelona, propiedad de un grande de España, llevaba a titular de portada ayer Puigdemont tiende la mano, sin que la Diputación de la Grandeza se haya reunido para decirle al Rey que entre los suyos hay un miembro indigno. Hasta aquí llegó el nivel. El padre fundador engañó a Hacienda durante 23 años, pero era sólo un delincuente, nunca se le pudo suponer la estolidez que exudan sus herederos biológicos y políticos.
A ver, Pedro, ¿tú sabes lo que es un Estado? No, pero sí sabe que prefiere la compañía de Puigdemont o de Iglesias, incluso la de Bildu, a la del PP. El caso es que le ayuden a mandar en lo que el gran Luis Ciges llamaba con soberbio calembur la descojo-nación. No importará lo que le quede de España; su ambición mezquina se conformará con ese trozo.