El Centro de Estudios Políticos y Constitucionales reunió ayer a portavoces de distintos gobiernos de la democracia para analizar la siempre controvertida política de comunicación de La Moncloa. El seminario fue impulsado por Rosa Conde, portavoz del Gobierno de Felipe González de 1988 a 1993. Junto a ella se sentaron portavoces de la época socialista –Eduardo Sotillos y Alfredo Pérez Rubalcaba– y de los gobiernos del PP –Josep Piqué, Pío Cabanillas e Iñigo Méndez de Vigo, titular del puesto ahora mismo–.
Las intervenciones de todos dieron para mucho acerca del sufrimiento que conlleva el cargo de portavoz, de las zancadillas de sus compañeros de Gabinete y de las siempre conflictivas relaciones con los medios. No quedó claro si la política de comunicación de Moncloa ha sido y es una realidad tangible estratégicamente diseñada para el brillo de los presidentes y los gobiernos de turno, o bien se trata de una leyenda urbana a base de la improvisación diaria.
La cuestión de fondo más interesante y actual del seminario tuvo como sujeto el ardiente desafío secesionista planteado por el Gobierno de Cataluña. El portavoz del Ejecutivo central, Iñigo Méndez de Vigo, reconoció que Cataluña ocupa el primer lugar en su política de comunicación. El Gobierno de Rajoy, dijo, está haciendo un esfuerzo para dirigir sus mensajes «no sólo a los gobernantes de esa comunidad», sino a todos los ciudadanos catalanes.
Alfredo Pérez Rubalcaba, portavoz de los últimos gobiernos de Felipe González, recogió el guante haciendo autocrítica. «La independencia es un gran proyecto, el derecho a decidir es un eslogan magnífico y echo de menos que al derecho a decidir sólo se responda con la ley y la Constitución. El Estado y todos los que hemos representado al Estado hemos hecho dejación de responsabilidades, nos ha faltado un proyecto para Cataluña».
Algo parecido dijo también Josep Piqué, ex ministro portavoz de Aznar y ex presidente del PP catalán. «O hacemos mucha más pedagogía para explicar que España es un proyecto sugestivo, o los que ven en España un mal negocio nos acabarán ganando la batalla».