ABC 15/05/13
El ayuntamiento navarro de Olazagutia (Bildu) elimina la imagen del Rey y coloca la de un etarra asesinado por los Gal
No hace dos meses, concretamente el 21 de marzo, Gurutze Rodríguez, alcaldesa de la localidad navarra de Olazagutia, situada a 55 kilómetros de Pamplona y gobernada por Bildu con mayoría absoluta, afirmaba en el Pleno municipal que en el pueblo no existía ninguna calle dedicada a ningún miembro de ETA. Respondía así a una moción presentada por el Partido Popular y el Partido Socialista de Navarra en la que se pedía que el Ayuntamiento informara de pintadas y calles que pudieran enaltecer el terrorismo.
No se tenía que ir demasiado lejos. En el mismo salón de plenos se puede ver la foto de un etarra. Concretamente de Ángel Gurmindo, alias «Stein» o «Escopetas». Y no está en un rincón perdido, sino que ocupa un lugar privilegiado, justamente al lado del escudo de la localidad. Ni asomo de la bandera navarra o española, ni rastro de la fotografía del Rey que, según el Real Decreto 2568 de 1986, deben presidir los salones de plenos de los ayuntamientos. Pero bien visible y en lugar preferente, la foto de este etarra, natural de Olazagutia. Por supuesto, el Ayuntamiento tampoco cuenta con las respectivas banderas en el balcón municipal. Es más, ni tan siquiera tiene mástiles para colocar las enseñas. Pero sí que se puede apreciar una pancarta en la que se pide el acercamiento de los presos etarras a las cárceles del País Vasco y de Navarra.
Callejero etarra
Por si fuera poco homenaje al etarra, justo al lado de la carretera que cruza la localidad del valle de La Barranca, se sitúa la calle Ángel Gurmindo Stein. Y una placa hecha en madera en medio de la calle lo recuerda como un «soldado del pueblo» (Herriko gudaria, en euskera).
Lo cierto es que entre la foto en el salón de plenos y la calle, a Ángel Gurmindo se le considera uno de los «héroes» del pueblo. Incluso cada año se le rendía homenaje en el aniversario de su muerte hasta que en 2009 fue prohibido por la Audiencia Nacional.
La actitud de la alcaldesa muestra los intentos de «normalización» que Bildu pretende hacia los etarras, a los que considera como unos ciudadanos dignos de especial reconocimiento, con todo el sufrimiento que esto provoca entre las víctimas del terrorismo. Y refleja, además, el empecinamiento por hacer caso omiso a la legalidad, sobre todo, en lo que se refiere a la ley de símbolos, que obliga la presencia de las banderas, y a la de Víctimas del Terrorismo, que prohíbe cualquier enaltecimiento de la violencia. De hecho, los numerosos requerimientos que ha recibido este Ayuntamiento, al igual que otros gobernados por Bildu, supone para las arcas públicas un elevado coste en trámites judiciales.
Víctima de los GAL
Por poner un ejemplo, esta localidad, que apenas supera los 1.600 habitantes, tiene presupuestados más de 40.000 euros anuales para costas judiciales. Desde el Partido Popular, además de considerarlo una «aberración», opinan que la alcaldesa debería obedecer la normativa y dedicar ese dinero a «las necesidades verdaderas de los vecinos».
En aquel pleno municipal del 21 de marzo, una hermana de Gurmindo recordó que no hay ninguna sentencia judicial que confirmara que «Stein» pertenecía a ETA. Lo cierto es que su historial deja poco espacio para las dudas.
Ángel Gurmindo Lizarraga, alias «Stein», fue asesinado por los GAL el 8 de febrero de 1984 en Hendaya cuando salía de su casa en compañía del también etarra Vicente Perurena, «Peru». Según se informó entonces desde fuentes policiales, en esos momentos ejercía de «guardaespaldas» del cabecilla de ETA Domingo Iturbe Abasolo, «Txomin», y vivía en situación de huido en el País Vasco francés, como «liberado», es decir, con un sueldo a cargo de la organización terrorista. «Stein» se integró en ETA militar en 1977, según estas mismas fuentes, tras la escisión de ETA político militar.
Asimismo, se le consideraba muy cercano al también dirigente Miguel Ángel Apalategi, «Apara», con quien fue detenido en una ocasión. Constan otros tres arrestos en 1981 por posesión ilícita de armas. Cumplió condena en la cárcel de Bayona, donde participó en una huelga de hambre. Finalmente fue confinado junto con otros etarras en la isla de Yeu hasta que se le permitió el regreso a Francia.