ANDONI UNZALU GARAIGORDOBIL, EL CORREO – 08/04/15
· Háganse esta pregunta: ¿Los vascoparlantes estamos discriminados en Euskadi hoy, o tenemos muchas más opciones de vida, profesionales y de todo tipo?
Hace unos días la secretaria general del PSE, Idoia Mendia, recalcaba la «enorme generosidad de los castellanoparlantes» y «el riesgo de imposición del euskara con sanciones». Y, claro, el nacionalismo radical ha puesto el grito en el cielo. A mí me alegra que haya planteado el debate Idoia Mendia. Está bien que comencemos a hablar de forma abierta sobre las políticas lingüísticas públicas.
Y, sí, claro que ha habido una enorme generosidad por parte de la población castellanoparlante. ¿O no se acuerdan de la fuga de miles de maestros de las escuelas públicas en los primeros ochenta, seguido de una generación entera de profesores forzada a aprender euskara y a trabajar con su herramienta por excelencia –el idioma– demediada, como un pianista que toca con una mano amarrada a la espalda, y sin que todos estos años hubiera ninguna protesta laboral por ello? Por cierto, se diga lo que se diga, un esfuerzo que hemos pagado caro en la formación, o deformación, de nuestros niños.
¿O no se quiere reconocer que toda una generación entera de jóvenes vascos ha tenido que renunciar a los golosos puestos de la Administración pública para que sean repartidos a golpe de perfiles lingüísticos? ¿Eso qué es? ¿La rebelión de los castellanoparlantes?
Pero hoy quisiera proponer, brevemente, algunos puntos de debate, porque algo peor que la imposición es el silencio. Seguro que hay opiniones diferentes y legítimas, pero es bueno que salgan al debate público.
La lengua materna. ¿Se acuerdan cuando durante el tardofranquismo el nacionalismo reivindicaba el derecho a educar a los hijos en su lengua materna? ¿Se acuerdan ustedes? ¿Y qué diríamos ahora, cuando una inmensa mayoría de padres castellanoparlantes tienen hijos que estudian en una lengua no materna? ¿O no se dan cuenta de eso? Los nacionalistas solo reivindican este derecho cuando la Administración pública no permite la enseñanza en la lengua que defienden, pero una vez que controlan ellos la Administración se olvidan rápido de esto para hacer exactamente lo contrario.
La euskaldunización de la Administración. Los nacionalistas legitiman las políticas de requerimiento del conocimiento para acceder a la Administración (los perfiles) como único medio posible para euskaldunizar la Administración. Ya. ¿Pero cómo legitimamos euskaldunizar la Administración? Porque en el Estatuto y la Ley de Normalización no se recoge. Se recoge el derecho del ciudadano a ser atendido en cualquiera de los dos idiomas, cosa que es bien distinta. Alguno me dirá que el euskara no se exige en todos los puestos. Es verdad, no en todos, pero en muchos sí, y el resto también tiene perfiles; lo que quiere decir que en los puestos en los que no se exige al que sabe se le dan puntos extra. Es como si en una carrera de cien metros al que sabe euskara le quitamos un segundo de su tiempo. Los castellanoparlantes pueden correr, pero tienen que correr mucho más para llegar al mismo tiempo administrativo. Y qué decir de la universidad pública, que multiplica por territorios las facultades y, a su vez, en cada territorio los duplica por líneas lingüísticas. Así en una población de 2,2 millones de habitantes podemos tener seis facultades distintas por cada disciplina. Ni que todos fuéramos de Bilbao.
El derecho a hablar en euskara. Los nacionalistas reivindican con carácter absoluto el derecho de los vascoparlantes a hablar en euskara en todo momento y lugar. ¿Existe ese derecho? Pues según. Cuando están solos, claro. Al leer un libro, al ver un programa o cuando se juntan dos vascoparlantes que quieren hablar en euskara, no hay nada que se lo pueda impedir. Aunque, curiosamente, no se hace mucho uso de este derecho. Nada ni nadie me obliga a escoger el periódico que leo, pero la inmensa mayoría de vascoparlantes lee periódicos en castellano, libros en castellano o ve programas en castellano. En cambio, dicen que cuando se encuentran frente a una persona que no sabe euskara esta les impone el castellano, que no pueden elegir.
Ya. ¿Pero esa otra persona, que no sabe euskara o aunque lo sepa, no tiene el mismo derecho que él para elegir hablar castellano? ¿O solo hay derecho para elegir idioma siempre y cuando este sea el euskara, como decía Ford del color negro de los coches? El euskara no tiene los mismos derechos que el castellano. Bueno, en realidad los que tenemos derechos somos las personas, no las cosas. El euskara o el castellano no tienen derechos, son las personas que hablan en euskara o en castellano las que tienen derechos. Y bien, pongamos una persona que habla en castellano y otra que además habla en euskara con los mismos conocimientos de otras áreas. ¿Cuál de los dos tiene más derechos, más posibilidades? Háganse la pregunta un momento y respondan con sinceridad. ¿Se puede decir que los vascoparlantes estamos discriminados en Euskadi hoy en día, o es más acorde con la verdad que tenemos muchas más opciones de vida, profesionales y de todo tipo? Y, ¿entonces? Pues eso.
Y, finalmente, la igualdad de oportunidades. Curiosamente los defensores del euskara no le tienen mucho aprecio a este principio. Todas las personas debiéramos tener las mismas oportunidades ante la vida. ¿Cómo compaginamos los diferentes derechos individuales para, al final, garantizar, junto con la libertad, este principio básico? El Estatuto también recoge que «nadie será discriminado por razón de lengua». Bien. ¿Cómo encajamos esto con los perfiles, por ejemplo? Estaremos de acuerdo, y más en esta situación de paro y precariedad, que uno de los mayores bienes y que mejor garantizan la igualdad de oportunidades ante la vida es poder acceder a un puesto de trabajo estable, con buenas condiciones laborales y sueldo decente. A todos se nos ocurrirán de inmediato los más de 150.000 puestos de empleados públicos. ¿Impedir que, por no saber euskara, no se pueda acceder no quiere decir «discriminar por razón de idioma»?
Yo ya sé que no todos los que defienden el euskara mantienen las posiciones que aquí critico, pero estaría bien que comenzáramos un debate público sobre estos y otros temas. Porque, como decía, lo peor es el silencio.
ANDONI UNZALU GARAIGORDOBIL, EL CORREO – 08/04/15