En el entorno político de ETA se interioriza el fracaso del terrorismo, aunque algunos lo disimulen con eufemismos, como Etxebeste o Erkizia. Batasuna dice que quiere hacer política sin violencia, algo que podía haber hecho desde su fundación. Pretenden presentarlo como la culminación de un gran éxito: el éxito de la renuncia.
En 1977, el capitán Ángel Ugarte, miembro de los servicios de información, celebró en Ginebra la primera reunión entre un enviado del Gobierno español, presidido entonces por Adolfo Suárez, y dos representantes de ETA político-militar. El ahora general retirado ha dejado relato escrito de los pormenores de aquel encuentro en su libro ‘Espía en el País Vasco. Memoria del primer hombre que negoció con ETA’ (Plaza & Janés):
«No tardamos en hablar de lo que en realidad más me interesaba, la noticia que nos había llegado acerca de la posibilidad de que crearan un partido político, que desearan su legalización y que, de este modo, empezaran a abandonar la actividad armada. Me confirmaron esta posibilidad, insinuaron los problemas y disensiones que aquel tema estaba causando en el seno de ETA y dejaron caer la pregunta de cuál sería la posición del Gobierno en caso de que decidieran dar el paso adelante».
El general Ugarte refleja bien cómo el interés del Gobierno era que las dos ramas de ETA existentes en la época optaran por hacer política abandonando la violencia. Sin embargo, sólo una de esas ramas, la «político-militar», quiso seguir ese camino. Conseguir que ETA hiciera política sin armas ha sido el objetivo compartido por los sucesivos ejecutivos españoles desde la Transición hasta el momento presente, pero no ha sido nunca el interés de ETA ni de su entorno. Para ETA y los suyos abandonar las armas equivalía a la derrota sin paliativos.
«La hipotética desaparición de la lucha armada supondría un retraso y unas consecuencias negativas incalculables -replicó la dirección de ETA a ‘Txelis’ cuando éste pidió por vez primera el abandono de las armas en 1993-. También la desaparición de ETA de la escena política supondría el fracaso político del sector social ‘borrokalari’ y el desarrollo del centralismo. Además los enemigos lo verían como el fracaso de una forma de lucha y la destrucción de un Proyecto Político de Construcción Nacional.(….) nosotros no creemos que los partidos políticos puedan ser capaces por sí mismos de solucionar el problema de Euskal Herria».
Ahora, en las filas del entorno político de ETA comienza a interiorizarse el fracaso del terrorismo, aunque algunos lo disimulen con eufemismos. Es lo que hacen Eugenio Etxebeste cuando dice que «ha tocado techo» o Tasio Erkizia cuando dice que ya no hay «condiciones objetivas». Ahora Batasuna dice que quiere hacer política sin violencia, algo que podía haber hecho si hubiese querido desde el momento mismo de su fundación. Llegan a ese punto arrastrados por la fuerza del Estado y, sin embargo, pretenden presentarlo como la culminación de un gran éxito. El éxito de renunciar a lo que han hecho durante más de treinta años: utilizar la violencia contra la democracia.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 14/12/2010