IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

La decisión de Volkswagen de seguir adelante con su gigafactoria de Sagunto es una noticia excelente que, de paso, salva el PERTE del Automóvil, el primero en la carrera de los fondos y uno de los más importantes. Es excelente para todos, para el país en general, para la Comunidad Valenciana en especial y para el sector industrial que gira alrededor de las plantas que ensamblan automóviles. Todos se verán favorecidos por el riego de los 10.000 millones que se repartirán, en forma de inversiones, por las tres factorías españolas de la marca alemana. Lo cual no quita para que la perplejidad crezca según avanza el tiempo y nos adentramos en este lío de los fondos europeos. ¿Qué ha sucedido en estas dos semanas escasas, transcurridas entre la primera dotación que fue rechazada frontalmente por la empresa, y la segunda que ha sido recibida con entusiasmo general? Claro que los fondos se han duplicado y que han aparecido otros 200 millones procedentes de las arcas regionales, pero ¿por qué? ¿Por qué ahora merece el proyecto lo que antes se le negó? ¿Hay nuevos compromisos de Volkswagen, se han ablandado los requisitos o, simplemente, era intolerable iniciar la saga de los PERTE con un fracaso de semejantes dimensiones? No lo sé, pero la transparencia no es la mejor virtud del proceso. Y sería bueno que lo fuera, pues también en Bruselas hay quien se alarma por el descontrol -no solo el nacional, también el de la propia Comisión- con que se aprueban los proyectos y se destinan los fondos.

Otro apunte. Si los 10.000 millones que invertirá en España la firma alemana son un maná prodigioso -lo son-, ¿cómo calificamos los 47.000 que invertirá Iberdrola en los próximos ejercicios? Es bien cierto que no todos ellos se materializarán en España, como lo es que la empresa eléctrica se ha quejado amargamente en muchas ocasiones de la escasa seguridad jurídica que tienen las normas españolas que regulan el sector y el tratamiento fiscal que lo rige. Es una lástima que el Gobierno olvide con excesiva frecuencia que tan legítimo es que él tome sus decisiones en base a sus conveniencias políticas, como que las empresas adopten las suyas en base a sus criterios técnicos. Y por cierto, ¿está seguro Pedro Sánchez de que Ignacio Galán, presidente de Iberdrola, se merece los ‘cariñosos’ recuerdos que le envía desde La Moncloa al afirmar que si él y la presidenta del Banco Santander protestan «es que vamos en la buena dirección»? ¿Quiénes vamos y hacia dónde vamos?