EL MUNDO 03/03/14
· Los Urrutikoetxea, padre e hijo, han escapado en varias ocasiones de operaciones policiales.
El sábado por la tarde saltaron todas las alarmas cuando una nota del Ministerio del Interior informó de que Egoitz Urrutikoetxea, el hijo del asesino múltiple de ETA Josu Ternera, había sido detenido. Aparte de ser hijo de quien es, Egoitz tiene una orden de busca y captura en Francia por su pertenencia a ETA, pero su arresto, además, venía rodeado de información extra que potenciaba su importancia: servía para mandar un mensaje a la organización terrorista que, por la mañana, había hecho público un comunicado asegurando que los «obstáculos y ataques» pueden dificultar el denominado proceso de paz. Y servía también para mandar otro mensaje a quienes están pidiendo al Gobierno que flexibilice el control sobre los etarras para que éstos puedan realizar la labor de inventariado de sus armas.
Sin embargo, el detenido no era Egoitz Urrutikoetxea y lo cierto era que se acababa de escribir otro capítulo del extraño caso de la familia Ternera, en la que se han producido ya varias localizaciones del que fuera número uno de ETA y/o de su hijo: hasta cuatro, sin que ninguna de ellas se haya sustanciado.
En esta ocasión, fuentes oficiales explicaron que la operación se estaba desarrollando desde hace un tiempo, en colaboración con la policía francesa. Ternera hijo, de 38 años e inserto en el aparato político de la banda, estaba viviendo con un compañero en la localidad francesa de Berrogains Laruns. Sin embargo, inexplicablemente, cuando llegó el momento de comprobar las huellas, los policías se percataron de que el arrestado no era Egoitz, sino su compañero. Es más, su esposa se personó, según las agencias de prensa, para denunciar la situación a pesar de que su marido, al parecer, asumió inicialmente una identidad distinta a la suya.
Otras fuentes sugieren que, en realidad, pudo ocurrir que Egoitz nunca estuvo identificado personalmente y que la operación pudo precipitarse después de que los agentes creyeran haber llegado a él siguiendo rastros técnicos.
Si en realidad Egoitz estuvo en esa casa de los Pirineos franceses, lo que se demostraría es que ha renovado la suerte que, junto a su padre, ha demostrado tener en los últimos tiempos. Josu Ternera logró zafarse de las Fuerzas de Seguridad en tres ocasiones a lo largo de dos años, en circunstancias que, al menos una vez, despertaron sospechas. En varias de ellas estaba acompañado por su hijo.
Probablemente la más llamativa la vivieron ambos en mayo de 2011, cuando desaparecieron después de que el teléfono fijo del lugar donde se ocultaban registrase una llamada desde Nairobi, la capital de Kenia. La llamada procedía, según fuentes policiales galas, de las oficinas de una organización internacional dedicada a la resolución de conflictos.
Egoitz había elegido la localidad de San Gervais, una población pequeña a los pies del Mont Blanc, para ocultarse junto a su mujer, que trabajaba de guardesa en una casa apartada. Su padre fue a visitarle y, probablemente, fue ese movimiento el que permitió que fueran todos localizados por los agentes de la DCRI francesa (los servicios de inteligencia galos) y por expertos del CNI. Se montaron las vigilancias pero, días después, los terroristas desaparecieron coincidiendo con la recepción de esa curiosa llamada. Los agentes franceses barajaron la hipótesis de que alguien les hubiera avisado, pero nunca pudo probarse ni esa tesis ni la contraria porque nunca remitieron los listados telefónicos solicitados por sus compañeros españoles.
De ese modo, esa huida provocó especulaciones. Josu Ternera había estado en los últimos procesos de negociación con ETA. A pesar de su dureza, era considerado de los más posibilistas y se comentó lo poco conveniente que podía resultar su detención en los meses previos al cese definitivo. A algunos agentes les recordó a otra operación, en 2010, en la que de repente desaparecieron, cuando estaban siendo vigilados, los actuales jefes de ETA, David Pla e Iratxe Sorzabal, considerados menos duros entre los etarras. Josu Ternera huyó también en octubre de 2011 y en julio de 2013.
Los expertos también dan otra explicación. Los Ternera tienen una disciplina de la clandestinidad muy acusada. Hasta el punto de que son capaces de irse de casa a unas horas tempranísimas en caso de que sospechen algo, porque saben que los policías franceses no pueden entrar en su casa antes de las seis de la mañana. Esta vez, todavía falta saber si fue una confusión o si, de nuevo, a Egoitz le ha sonreído la suerte.
«Los mediadores actúan al servicio de la estrategia de ETA»
> El delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, afirmó ayer que los verificadores de Ram Manikkalingam son «mediadores de parte que actúan al servicio de una estrategia de una banda terrorista». En declaraciones a la cadena Ser, opinó que «ni el País Vasco, ni España ni la democracia española necesitan ningún tipo de mediación o verificación» para acreditar el final de ETA y remarcó que tienen que ser el Estado de Derecho y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado los que acaben con ETA. «Y en eso es en lo que hay que tener confianza, no en unos verificadores o mediadores que no saben lo que ha pasado aquí y que son mediadores de parte que actúan al servicio de una estrategia de una banda terrorista», insistió Urquijo.
EL MUNDO 03/03/14