José Alejandro Vara-Vozpópuli

  • Dada su amistosa cercanía al líder, a Alegría la incluyen en las quinielas del delfinazgo, lo que no agrada demasiado a Begoña, la celosa imputada
Actualizado: 06/08/2025 · 04:45

La última en caer ha sido la última en llegar. Sara Aagesen, ministra de Transición Ecológica, pereció políticamente con el apagón. La correosa Beatriz Corredor, presidenta de Red Eléctrica, más descarada que la Celine de Rivette, le propició tal revolcón en el pulso por las responsabilidades del desastre que la elegante damisela bergmaniana apenas se ha recuperado. Carece de apoyos en el Gobierno (su protectora, Teresa Ribera, también está en horas bajas en Bruselas), ignora el proyecto de su jefe y ahora incluso tiene que lidiar con el trago amargo de una posible prórroga de las nucleares, esa fiera terrible, por las exigencias de los socios xenófobos del Gobierno y catalanes por más señas: Puigdemont y Junqueras quieren que no le toquen un pelo a Vandellòs y Ascó (generan el 59 por ciento de la energía de la comunidad).

Pintan mal los naipes para la única vicepresidente del Gobierno que se mantenía en pie. María Jesús Montero deambula por los desiertos de la nada, rumbo a su definitiva defenestración en la batalla de las andaluzas. Yolanda Díaz camufla con una verborrea indescifrable su creciente agonía. Un trío menguante. Para colmo, aparece con muchas ínfulas Bolaños, petulante y falso como un caballerete de guardarropía, que ambiciona ejercer como número dos del Ejecutivo ya sin camuflaje ni disimulos. Un vice para todo. Compensó su traspiés en la huelga de jueces y fiscales con la apropiación de los secretos oficiales, que le arrebató a Robles. Le apoyan Albares Marlaska, esos complacientes monaguillos.

Y luego está ella, la vocera, obtusa por cuenta propia y de una mediocridad elogiable en este Gabinete de gente tan brillante. Suspendidos los Consejos de ministros hasta final de mes, Pilar Alegría evitó esta semana su tediosa sesión consistente en rociar con una buena descarga de napalm las siglas del PP. A las doce, cada martes. Es su cometido más relevante dado que como titular de Educación (competencias transferidas) tiene tanta agenda como el DJ del Vaticano y como responsable de Deportes apenas logra distinguir un fuera de juego de una armario empotrado.

Sabido es que Suárez y Calvo Sotelo fueron peones del franquismo, como muy bien se señala en la ley de Memoria Democrática dictada por Bildu con el respaldo de Frankenstein. Por más que la jauría ladre, a la vocera no la engañan. Es tan experta conocedora de la Historia de España como de las novelas de Sócrates.

En la sala de Prensa de la Moncloa ha redondeado proezas inimaginables y comparecencias antológicas. Unidas a algunas pifias menores, agrandadas hasta el rubor por parte de esos enemigos de las causas progresistas que tanto abundan en los medios en nuestros días. Ya los silenciará Bolaños. “Se producieron incidentes en las manifestaciones de la ultraderecha”. “Hemos proponido una reforma”. “La jurisdisprudencia nos señala”. “Insultos y soeces (bis) en la boca de la presidenta de la Comunidad de Madrid”. “Contundencia cero con los narcos”. Pequeños errores muy disculpables en quien ha de comparecer con tanta frecuencia ante una gavilla de terribles periodistas empeñados, hasta el delirio, en sacarle brillo a la labor del Ejecutivo y en servirle en bandeja diatribas contra la oposición. «Ultraderecha» es posiblemente su palabra más frecuentada en esas exhibiciones demosténicas. Hubo burlas muy injustas cuando aseveró que Felipe González fue el primer presidente del Gobierno de la democracia española. Pues naturalmente porque sabido es que Suárez y Calvo Sotelo fueron peones del franquismo, como muy bien se señala en la ley de Memoria Democrática dictada por Bildu con el respaldo de Frankenstein. A la vocera no la engañan. Es tan experta conocedora de la Historia de España como de las novelas de Sócrates. Para eso es ministra de Educación, ¡qué narices!

Las alegres chicas de Moncloa

Alegría no ha abierto estos días la boca para sumarse al coro de las comadres que lleva 48 horas apedreando a Isabel Díaz Ayuso porque tiene a bien bajar impuestos en lugar de subirlos. La acusan de ‘dumping fiscal. Saltaron todas a una, como si Óscar López hubiera convocado una desmadejada performance para disimular el concierto catalán. Estas buenas señoras abandonaron su sesteo estival para buscar un micro donde verter afiladas declaraciones contra Madrid y todo tipo de reproches contra su presidenta a la que seguramente envidian, porque es dueña de sus actos. Para allí que fueron, en iracunda procesión, Yolanda Díaz (“Ayuso rompe España”, así dijo), Diana Morant (sin su Ángel falsificador), Montero, Robles, Mónica Mema (Médica y Madre), Elma Saiz…ese frondoso gineceo de las alegres chicas de Sánchez cuyo agrio rumor, como de agua vertical y pesada, se desmorona.

Pilar Alegría ha optado por ‘taparse’, como dicen los mozos de espadas. Ha sobrevivido a un curso muy incómodo en el que muchas veces tuvo que comparecer prácticamente desnuda de información sobre cuanto ocurría en el inframundo monclovita del hermanísimo, la begoñísima y el fiscalísimo. No le daban ni un papel, no le comunicaban ni una novedad. Y patinaba, naturalmente. Fuego amigo de parte de Rubio, el intrigante capataz del ala oeste, que bracea para ensanchar su ámbito de influencia.

Un mediodía llegó llorosa ante los medios. En la corrala de twitter le habían dicho algunas procacidades al hilo de su presencia en la noche loca de Ábalos en el Parador de Teruel. Se explicó con tal torpeza que casi se declara culpable. De deshacía en pucheritos mientras parecía jurar que ella no estaba debajo de la cama del ministro golferas. Quien con puteros gobierna…

Lo hará Marlaska, pero en visita de curro, no como amigo. Alegría, sin embargo, no corre peligro en la crisis que prepara Sánchez después de las vacaciones, en la que rodarán algunas cabezas, dicen los expertos, entre ellas la del propio titular de Interior

Muy poco pintan las mujeres en el gobierno más feminista de la historia. Un socialista veterano les atribuye tanta relevancia como al dibujo de las cucharitas del café. Se salvan Alegría, muy de la confianza del número 1, y todavía Margarita, la ‘pájara’ que duerme con el uniforme y que pugna por transformar la lejía de los cuarteles en gastos de defensa. La portavoz no ha sido invitada a la cumbre del trío de La Mareta, esto es, Zapatero, Illa y el anfitrión. No traspasan mujeres ese muro del palacio de Lanzarote. Lo hará Marlaska, pero en visita de curro, no como amigo. Alegría, sin embargo,no corre peligro en la crisis que prepara Sánchez después de las vacaciones, en la que rodarán algunas cabezas, dicen los expertos, entre ellas la del propio titular de Interior, prácticamente sentenciado por el cronista oficial de El país.

La celosa imputada

Alegría tiene dos problemas. Hay gente en el partido que, dada su amistosa cercanía al líder, la incluyen en las quinielas del delfinazgo, lo que no agrada demasiado a Begoña, la celosa imputada. La han mandado además a competir con Azcón en su tierra, una batalla casi perdida. Ese será su punto y final. O no, porque,e n vez de los Madina o los Page, que dan risa, también se habla de  una mujer al frente de ese partido de machistas, rijosos y julandrones. “No será mañana. Todavía faltan unos cuantos años”, apuntaba el escriba. Pues vaya.