La investigación de la filtración de los correos confidenciales del novio de Isabel Díaz Ayuso, en un primer momento dirigida contra el fiscal general del Estado, apunta de forma cada vez más inequívoca a Moncloa.
Esto es así desde que Juan Lobato volcara en el Tribunal Supremo los mensajes protocolizados ante notario e intercambiados con Pilar Sánchez Acera, en los que la exjefa de gabinete de Óscar López le instaba a utilizar contra la presidenta madrileña la imagen del mail en el que su pareja reconocía haber defraudado al fisco.
El pasado 29 de noviembre quedó así probado que el Gobierno disponía del correo antes de que se publicara en El Plural a las 09:06 del 14 de marzo.
Este jueves ha aparecido otro indicio de la implicación de Moncloa en la operación de guerra sucia contra Ayuso.
El informe de la UCO, tras analizar el móvil de Lobato, ha concluido que Ion Antolín y Francesc Vallés contaban también con el mail incriminatorio de González Amador intercambiado entre su defensa y la Fiscalía antes de que se publicara en la prensa.
Es decir, el entonces secretario de Estado de Comunicación y su sucesor en el cargo, jefe de prensa del PSOE.
Los investigadores de la Guardia Civil postulan que «el origen de la información» podría venir de Moncloa y Ferraz en virtud del mensaje que Lobato envió a las 08:39 horas a Francesc Vallés, con la misma pregunta que también le hizo a Sánchez Acera: «¿Pero se ha publicado en algún sitio esa carta?».
El hecho de que Lobato preguntase no sólo a Sánchez Acera sino también a Vallés cómo habían conseguido el correo sugiere que el exlíder del PSOE madrileño pensaba que el exsecretario de Estado de Comunicación era quien estaba realmente a cargo de la operación.
De hecho, a partir de estos mensajes, la UCO sospecha que Vallés «podría tener un rol superior de coordinación respecto a la información que se maneja sobre la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid».
Que el el ‘dircom’ de Sánchez ostentaba ese rol superior se infiere del mensaje que Sánchez Acera le envió a Lobato el día anterior a la filtración: «Dice Francesc Vallés que estés en guardia permanente porque esto va a ir a más».
La extensión de la sospecha de la filtración a Moncloa y Ferraz no clausura el proceso contra Álvaro García Ortiz, investigado por un presunto delito de revelación de datos reservados.
De hecho, que la UCO no haya encontrado ningún mensaje fechado en los días de la filtración en el móvil incautado al fiscal despierta inevitablemente sospechas.
La Fiscalía sostiene, sin embargo, que el borrado de los mensajes se debe al reseteo periódico de toda la información almacenada en los soportes electrónicos al que obliga su protocolo de seguridad para la protección de datos. Reseteo que se habría producido antes de la apertura de la causa en el Tribunal Supremo.
Lo que sí que parece claro es que el reguero de malas prácticas conduce directamente a Presidencia del Gobierno. Cada vez son más las evidencias que permiten conjeturar que Sánchez se ha servido espuriamente de la maquinaria del Estado para librarse de un rival político.
Al final ha resultado ser cierto que existe una «máquina del fango»: estaba en el palacio de la Moncloa.