ABC-LUIS VENTOSO
Su corrupción, deplorable, se penaliza más que la de la izquierda
EL PP vuelve a ponerse colorado, con Cifuentes y Aguirre, dos expresidentas, investigadas por la Audiencia Nacional por posible financiación irregular del partido en Madrid. Cifuentes ya estaba en tribunales por el máster trucado. La lista de chanchullos y golferías del PP madrileño es larga y polivalente, e incluye a otro expresidente, Ignacio González; al destacado exconsejero Granados y a varios alcaldes. Estamos también ante el partido cuyo tesorero se destapó como millonario de cuenta secreta en Suiza (el pícaro pretextó risiblemente que el parné venía de sus sagaces inversiones en arte). El partido que tiene en la cárcel a figuras como el exministro Matas o al exvicepresidente económico de Aznar, Rato, que ha protagonizado un increíble eslalon desde el FMI al trullo. También la formación de la Gürtel y de medio plantel encausado en Valencia.
Como resumiría un castizo, «lo del PP fue mucho». Y lo ha pagado caro. En abril perdió 71 diputados, se dejó más de los que finalmente obtuvo (66, solo 9 más que CS). El descalabro se percibe todavía más claro en votos: de 7,9 millones cayó a 4,3. ¿Por qué? Aunque Casado suponía una cara limpia y nueva, la corrupción continuaba desluciendo la marca (y más al recuperar a Aznar, quien jamás ha pedido disculpas por lo que sucedió bajó sus pies y no supo atajar). El resto de los votos volaron por la parsimonia del sorayismo-marianismo frente a los golpistas catalanes. Cs pescó votantes tradicionales del PP hartos de la corrupción. Vox recibió una transfusión de votos de quienes reclaman medidas drásticas contra la provocación constante del separatismo.
Lo que circuló por las cañerías del PP atufaba. Pero la fotografía debe verse entera. ¿Qué habría pasado en este país si mangantes del PP se hubiesen gastado el dinero de los parados en puticlubes? El escándalo abriría todos los telediarios. Como lo hizo el PSOE y se quedó en anecdotilla. ¿Y si el caso ERE, el mayor robo de nuestra democracia, hubiese sido obra del PP y salpicase a un expresidente del partido? ¿Y si el presidente Rajoy hubiese cometido plagios en una tesis doctoral y en un libro basado en ella? Existen dos varas de medir frente a la corrupción. Por último, el lamentable frentismo ideológico que intoxica a muchos de nuestros jueces y fiscales hace que algunas acusaciones contra el partido conservador haya que tomarlas con prevención (¿se acuerdan de la senadora Pilar Barreiro, señalada como reo del averno y que resultó inocente?).
El PP anduvo en malos pasos. Como el PSOE, como CiU, o como las clases políticas francesa e italiana. Pero no puede ser el único partido que no tiene derecho a limpiar su cocina y poner el marcador a cero. Lo que pretende Rivera (que Casado pene «in perpetuum» por los pecados previos a su etapa) tiene más de interés electoralista que de lección moral. CS también tendrá sus escándalos en cuanto toque poder (de hecho ya está empezando). Es el barro que nos conforma a todos. El quid es echarlos raudo y tomar medidas rotundas para que no se repita. Y en Madrid, en efecto, el PP estuvo –o quiso estar– en la inopia más tiempo del debido.