Félix Madero-Vozpópuli

  • Ahora el equipo de brujos de la Moncloa ha parido un último ratón para abrirse camino en la espesura de la ignominia política

Entre las memeces que de vez en cuando llegan a mi teléfono móvil están esas frases hechas, algunas muy cursis y bien intencionadas, que algún alma de cántaro envía como si fuera el bálsamo de Fierabrás que elaboraba el caballero de la Triste Figura. Algo debe tener la luz para que los seres menos luminosos de nuestra historia la evoquen continuamente. De Franco se decía que la luz de su despacho en el Pardo permanecía encendida por las noches para que la ventana iluminada demostrase a los españoles el camino que marcaba el dictador que nunca dejaba de trabajar. O sea,  emitía y proyectaba luz. En aquel momento había en España millones de españoles que sabían que un cuerpo opaco -y el del dictador lo era- no deja pasar la luz, y depende de luz externa para que podamos verlos. Los hay también en este momento que creen las mentiras del presidente del Gobierno, sobre todo cuando este se viene arriba y, como si fuera el flautista de Hamelin, anuncia el camino a seguir. Pedro Sánchez, de profesión farero para incautos e iluminados.

Catecismo carlistón

Quiere la casualidad que, mientras Pedro Sánchez se declaraba en Barcelona faro del progresismo internacional, alguien escribiera en un grupo de whatsapp -de esos que te meten y no sabes cómo ni cuándo salir- una cosa como esta:  «Nunca olvides que tal vez eres el faro en la tempestad de alguien». Sonreí al leer la bondadosa frasecita, pero luego me pareció maravilloso que haya quien envíe estas cosas en un mundo tan impasible y cruel como el que tenemos. Pero ya digo, después de este buen deseo escuché a Sánchez proclamarse faro del progresismo europeo. Este último movimiento del presidente, que no debería sorprendernos a nadie porque el muchacho humilde no es, es aún más sorprendente que fuera recibido entre aplausos de sus compañeros del PSC. Hemos de suponer que son los socialistas catalanes los primeros que conocen la naturaleza siniestra de los pactos que el farero ha cerrado con Carles Puigdemont.

Me gusta leer a Savater cuando afirma que los bobalicones sólo se salvarán con la autopsia.  Sorprende la sumisión de los militantes socialistas, sobre todo la de aquellos -y yo conozco alguno- que saben que éste polo luminoso del mundo mundial es cualquier cosa -sí, cualquier cosa, entiéndanme- menos un dirigente socialista, y menos aún, socialdemócrata. ¿Por qué aplaude al farero de Occidente un militante del PSC de Gavá, o de Terrassa o L´Hospitalet? Vaya usted a saber. Cualquier cosa menos ignorancia de quiénes son la gente de Junts y el significado de su catecismo carlistón.

Luz para el progresista Puigdemont

Es difícil imaginar a estos afiliados socialistas ignorantes de la situación que vive su partido. Como lo es admitir la perorata de que son más, o de que el proyecto sanchista es un proyecto ganador cuando el farero del progresismo no ha ganado las elecciones y ha colocado al partido en los peores registros de los últimos años. Uno comprende que un diputado, un presidente de Diputación, un alcalde o un senador que vive de esto aplauda las mentiras de su líder, pero que un simple militante lo haga hace que se aleje todo tipo esperanza de un partido que desde que llegó el Farero de Occidente ha renunciado a tener un deseo unitario y ganador para toda España. Sí, cierto, el PSOE es hoy la luz que necesita Puigdemont para cargarse a España; la que precisa la ERC de Junqueras para dinamitarla; la que busca el ex terrorista Otegi para humillarla. «¡Oh memoria, enemiga mortal de mi descanso», que dice don Quijote!  La física aquí se revoluciona y sucede que estos cuerpos opacos, sin ser fuentes luminosas, emiten luz entre ellos. Así debe ser si quien pasa por ser el padre de la polarización que vivimos, el que está rodeado de corrupción, presunta y confirmada, se declara faro del progresismo europeo. Si él aquí es la avanzadilla es mejor no imaginar cómo están sus astrosos compañeros socialistas en Europa.

He de reconocer, sin embargo, que tiene gran capacidad para reinventarse gracias a que carece del sentido del ridículo. Es un ser ausente y lejos de su memento mori. Cuando los seres humanos mienten saben que están mintiendo, y a muchos se les nota. A este no. Tengo dudas de que sepa que está mintiendo cuando dice estas cosas del faro, y más aún que sienta algo parecido al ridículo cuando se declara guía del progresismo occidental. Claro que, si lo dice entre aplausos, entonces es que la patología no afecta solo al líder. Pedro Sánchez, razón de la sin razón, favor de los menesterosos.

Ignorar la masacre

Como el PP anda muy despistado. Como Feijóo no termina de asentarse en el espacio que desea, pero no anuncia. Como a los populares les falta alguien que sea capaz de trasmitir a la opinión pública que los problemas de los españoles no están en Gaza, el sanchismo se crece y recupera el aire que parecía faltarle. Espero que se me entienda bien. No tengo problema en reconocer que lo de Gaza es un genocidio con tal de desenmascarar a tanto embustero, pero jamás estaría detrás de una bandera al lado de tipos que han pasado por ETA, o los CDRs catalanes; al lado de Montero y Belarra, que, como Pedro Sánchez, han encontrado en la causa palestina una forma de recuperar el favor que las encuestas les niegan.  Reclamar la atención para nuestros problemas, o los problemas de Sánchez, no es ignorar la masacre que el mundo ve en directo en Gaza, es simplemente cuestión de prioridades: algunas cosas podemos solucionar aquí, pero difícilmente las de allí. Gaza es hoy el argumento, como ayer lo fue el pueblo saharaui. Ahora el equipo de brujos de la Moncloa ha parido un último ratón para abrirse camino en la espesura de la ignominia política; la triple A como causa de nuestros males. Agarren bien el rabo de esta mosca: Aznar, Abascal y Ayuso.

Sería una ocurrencia infantil si no fuera porque la parte aludida no emite señales. El PP no puede caer en esa trampa que el sanchismo le tiende. Mientras se aclaran en Génova, la izquierda toma pulso, la extrema izquierda se reorganiza y los nacionalismos separatistas encuentran el engrudo que les falta. Si ante el faro de occidente todo lo que tienen en Génova es del estilo de Ester Muñoz, Bendodo, Tellado o Gamarra el PP tiene un problema. Lo llaman de comunicación, pero es de estrategia. Y de personas, seres políticamente opacos que no emiten ninguna luz cuando hace falta y no sirve callar.