PEDRO CHACÓN-EL CORREO

  • La supervivencia del no nacionalismo pasa por normalizar su presencia en la calle. Eso no hay líder nacional que lo arregle, solo se puede lograr desde aquí

La política no nacionalista vasca es inexistente por invisible, es virtual, opera a distancia, alejada de la calle, de los espacios públicos controlados por un nacionalismo omnipresente. Hay que recordar estas diferencias de vez en cuando, porque de tan sabidas que son pasan desapercibidas. Sin entrar ahora en sus causas, y ante esa ausencia de ascendiente popular y local, los partidos no nacionalistas solo miran a Madrid.

El centro derecha vasco está ahora muy entusiasmado con Feijóo. Es muy probable que, ante la crisis del PSOE y sus socios de Gobierno, su alternativa política tenga una buena oportunidad en las próximas generales. Con lo que, al menos a nivel estatal, tenemos alternativa de gobierno, algo que en el País Vasco es impensable: recordemos aquellos tres años de Gobierno del PSE, lo lejos que quedan y que no fueron sino la excepción que confirma la regla. Lo cual no encaja en la reciente apreciación del PNV de la baja calidad democrática de la política española.

Ortuzar se refería con ello, ya lo sabemos, a la presencia cada vez más pujante de Vox, partido político ante el que saltan todas las alarmas del PNV, cuando la formación de Sabino Arana siempre presumía de poder llegar a acuerdos con todos. Vox es el único partido ante el que el PNV muestra su prevención más absoluta y radical. Y esto va a condicionar su política futura de modo irreversible, porque Vox ha demostrado en Castilla y León que ha venido para quedarse.

La ausencia de Feijóo en los fastos del nombramiento de Mañueco como presidente de la Junta se ha interpretado como una forma de cubrirse ante las posibles críticas por ir a sancionar la coalición del PP con Vox. Pero en este caso Feijóo tenía muy buena excusa, que creo no se ha resaltado lo suficiente, y es que el PP que convocó y diseñó estas elecciones castellano-leonesas no era el suyo sino el de los defenestrados Pablo Casado y su secretario general, Teodoro García Egea.

En cualquier caso, Feijóo no va a tener que preocuparse, en el tiempo que queda de legislatura, de su relación con Vox. Bastante tiene con el tema económico. Él sabe que solo será el resultado que obtenga en las próximas generales el que marque su política de después. Y hasta entonces está claro que va a intentar ensanchar su ámbito de atracción a ambos lados del espacio que ocupa el actual Partido Popular.

Ahora bien, independientemente de que Feijóo actúe hasta entonces como si no supiera el resultado que le espera, dicho resultado se puede prever y solo podrá tener las tres formas siguientes: o una mayoría amplia que le permita actuar solo, sin que Vox obtenga un resultado que le condicione en exceso, como ocurre con Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, lo cual se antoja bastante difícil. O bien un resultado discreto que haga inevitable el apoyo de Vox para formar gobierno, que sería el modelo Mañueco.

Entre ambos extremos hay una tercera vía en la que sí tendría cabida el PNV y que sería la que deje a Feijóo ni tan sobrado como Ayuso, ni tan escaso como Mañueco, que solo pueda recurrir a un Vox, que previsiblemente obtendrá un buen resultado en cualquier caso. Esa sería la única opción para que el partido de Sabin Etxea siguiera obteniendo buenos réditos, como lo viene haciendo desde el segundo Gobierno de Rajoy hasta la actualidad. Si no, lo que le espera es la marginalidad en Madrid.

Centrándonos en el escenario vasco, si se diera el Feijóo del PNV, se volverían a repetir las políticas que han arrinconado siempre a la sucursal vasca del PP, puenteada a placer por el partido jeltzale. Como en los tiempos de Aznar y luego de Rajoy. Y en cuanto a los otros dos Feijóos, el de una mayoría aplastante y el de un gobierno con Vox, por inéditos y desconocidos, ¿hasta qué punto beneficiarían al centro derecha vasco? Partimos de que hoy el PP vasco es un partido en grave crisis, lo mismo que el PSE, salvo que en este último su coalición con el PNV en las instituciones le da oxígeno para mantenerse bajo mínimos. Pero, como decíamos al principio, la supervivencia del no nacionalismo en el País Vasco pasa necesariamente por incrementar, o por normalizar si se quiere, su presencia en la calle. Y eso no hay Feijóo que lo arregle. Eso solo se puede conseguir aquí, desde aquí y por los de aquí.