Gorka Maneiro-Vozpópuli

Tras la carnicería que para el sanchismo han supuesto las elecciones municipales y autonómicas de este domingo, Pedro Sánchez ya solo aspira a que, en las elecciones generales del 23 de julio que ya ha convocado, el PSOE no se hunda tanto como merece; o sea, a que, finiquitado su proyecto personal y muerto por tanto el sanchismo como proyecto político, quien venga después pueda salvar las siglas del partido. O quedarse él, cortando el paso a los críticos. Tras su calamitoso paso por el PSOE y el gobierno más infame de la democracia, es a lo único a lo que ahora aspira: a que el PSOE no desaparezca y siga vivo. De momento ha conseguido que no se hable más de su colosal derrota y cerrado el debate interno. De momento.

Solo le queda sumar a lo que poco que tiene lo que pueda quedar a su izquierda: por un lado, los restos de Podemos; por otro lado, lo que sea que signifique y sea el proyecto de Yolanda Díaz

Para ello acaba de convocar las elecciones generales que muy posiblemente convertirán a Alberto Núñez Feijóo en presidente del Gobierno de España: para aglutinar el voto de la izquierda, incluida la populista, que ahora es casi toda; porque el PSOE forma parte de ella voluntariamente y por méritos propios, o sea, a conciencia. Con Podemos desarticulado y el proyecto de Yolanda Díaz sin articular, solo le queda sumar a lo que poco que tiene lo que pueda quedar a su izquierda: por un lado, los restos de Podemos; por otro lado, lo que sea que signifique y sea el proyecto de Yolanda Díaz, que ahora se ve sin tiempo y contra las cuerdas, una vez han fracasado estrepitosamente en las últimas elecciones todos sus supuestos aliados y ella sigue sin explicar qué piensa y pretende. Otra opción es que Sánchez trate de incorporarla a sus listas electorales.

Como no parece que haya en el PSOE nadie que pueda siquiera discutir las decisiones que este hombre toma, habrá que esperar a ver lo que unilateralmente decida. Y que luego venga Patxi López a explicárnoslo. Quién lo iba a decir, de la posibilidad de que Podemos sustituyera al PSOE, hemos pasado a que el PSOE sustituya a Podemos, con el drama que tal cosa supone para la izquierda decente que hoy se encuentra más huérfana que nunca.

  • La pregunta es qué ocurrirá con el PSOE una vez las elecciones generales finiquiten definitivamente a Sánchez como líder del partido y este deba renovarse, elegir un nuevo secretario general y decidir su futuro

El colapso del sanchismo, y quizás del PSOE, no se ha producido de un día para otro sino que viene de muy lejos. Y las razones son múltiples y han sido denunciadas en todo este tiempo por quien ha tenido ojos y oídos y cierta capacidad de análisis crítico, y no solo desde la derecha: los indultos a los golpistas catalanes, la eliminación del delito de sedición, el abaratamiento de las penas por malversación, sus pactos con nacionalistas e independentistas a costa de los intereses generales de España, el blanqueamiento de Bildu, la exclusión definitiva del español en las escuelas catalanas, la politización de la Justicia, la colonización de las instituciones, la ley del «solo sí es sí» que supuso la reducción de penas o incluso la excarcelación de centenares de delincuentes sexuales o la aprobación de leyes innecesarias o absurdas solo para dividir y enfrentar a los españoles. Si todo ello fuera poco, el incremento del déficit y la deuda pública. No parece que nuestro nivel de vida sea mejor que el de hace unos años, por muchas ayudas sociales que se hayan aprobado (muchas de ellas absurdas), sino más bien al contrario. Ni el Consejo de Ministros ni el Boletín Oficial del Estado que utilizó para salvar su proyecto político, a lo que ahora definitivamente renuncia, le sirvió para salvar sus intereses. Una ola enorme de hartazgo lo ha arrasado.

Así que la pregunta es qué ocurrirá en el PSOE y con el PSOE una vez las elecciones generales finiquiten definitivamente a Sánchez como líder del partido y este deba renovarse, elegir un nuevo secretario general y decidir su futuro. El PSOE se encuentra en una encrucijada y corre un serio peligro. En las próximas elecciones generales y en los meses siguientes, el PSOE se juega su supervivencia.