Reportaje de FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 18/02/14
· Los dos etarras, huidos desde hace casi 22 años, protagonizaron con Urrosolo Sistiaga la campaña de atentados más larga de la historia de la banda.
La fuga de Juan Jesús Narváez Goñi (nacido en 1961) e Itziar Alberdi Uranga (1963) comenzó en Valencia el 21 de marzo de 1992 y terminó en México el domingo pasado. En medio han quedado casi 22 años de clandestinidad absoluta en el país americano. Los dos etarras se implicaron en las actividades de la banda terrorista a mediados de los años ochenta y fueron protagonistas principales de una etapa en la que ETA exportó el terror fuera de las fronteras del País Vasco.
Narváez, alias ‘Pajas’, comenzó como militante de un comando legal (no fichado) que actuaba en Pamplona en coordinación con el ‘comando Nafarroa’. Alberdi, por su parte, comenzó ayudando a los liberados del ‘comando Araba’ que secuestraron al empresario Lucio Aguinagalde en 1986.
En los primeros años Narváez tuvo de su lado la suerte y los errores judiciales. En 1984, ‘Pajas’ y otro etarra fueron sorprendidos por la Policía en Pamplona cuando iban con una moto robada a perpetrar un atentado. Como se desconocía su implicación en ETA en aquel momento, fue puesto a disposición judicial por el robo de la moto, quedando en libertad. De inmediato se dio a la fuga a Francia. Tres años más tarde, en abril de 1987, fue detenido por la Policía gala y entregado a España, donde fue encarcelado. La Audiencia Nacional le absolvió en una causa y ordenó su puesta en libertad en marzo de 1988, olvidándose de que tenía más causas pendientes. Cuando se dieron cuenta del error, Narváez estaba de nuevo huido en Francia.
Un par de años más tarde, a finales de 1990, el jefe etarra Francisco Múgica ‘Pakito’ juntó a Juan Jesús Narváez, a Itziar Alberdi y a Joseba Urrosolo y los encuadró en un comando itinerante, el ‘comando Ekaitz’, elegido por ETA para ser el ariete que amenazaría la celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. Su área de actuación sería todo el Mediterráneo, desde la Ciudad Condal, que preparaba las Olimpiadas, a Sevilla, escenario de los actos del V Centenario del Descubrimiento de América. El ‘comando Ekaitz’, además de actuar por la costa, hizo incursiones por otros territorios como Zaragoza o Mallorca, donde nunca antes se había cometido un atentado etarra. Además, envió varios paquetes bomba contra objetivos de toda España.
El ‘comando Ekaitz’ desarrolló la que fue, seguramente, la campaña terrorista más larga llevada a cabo por una sola célula etarra en la historia de la banda. El grupo comenzó sus atentados en septiembre de 1990 y no paró hasta marzo de 1992. Diecinueve meses ininterrumpidos que se tradujeron en los 34 atentados y 22 asesinatos que se imputan a esta célula.
Urrosolo era el líder del grupo, al que secundaban de forma incondicional Narváez y Alberdi. Los tres se enfrentaron desde el primer minuto con su jefe en Francia, con ‘Pakito’, cuestionando su capacidad y su autoridad para dirigir los comandos. El enfrentamiento comenzó antes de que los etarras cruzaran la frontera y no terminó hasta la captura de Múgica, una semana después de la desarticulación del ‘comando Ekaitz’. La virulencia del enfrentamiento se refleja en las cartas que intercambian los jefes de ETA con los tres integrantes del ‘Ekaitz’. En el verano de 1991, la dirección de ETA decide enviar una cuarta militante de refuerzo al comando pero que, en realidad, es una espía de ‘Pakito’. Se trata de Idoia López Riaño, que informa a su jefe de todo lo que hacen y dicen los tres críticos, que no quedan bien parados en los escritos de ‘la Tigresa’. López Riaño presenta a Joseba Urrosolo como un vago mientras que Itziar Alberdi ‘María’ no queda mejor parada:
«Tirado a lo Nerón»
«Si hay que limpiar, yo –escribe López Riaño a sus jefes–. Si hay que cortar madera, yo. Si hay que meterse debajo del coche a poner los tacos, yo. Mientras yo picaba el zulo, él (Urrosolo) tirado a lo Nerón (…). Nunca hace nada para mantener la casa un poco limpia. Es él el que debe buscar las compras y eso, pues él daba la cara, y no se preocupaba. Siempre sin pan para comer y si no fuera porque en alguna salida aprovechaba yo para comprar algo, habría días en que ni comeríamos. No te daba una buena cobertura a la casa, no salía a las horas que corresponden de cara a un trabajo de cobertura hacia los vecinos (lo mismo que ‘María’). Esta se queda hasta las tantas en la cama y luego viene exigiendo a los demás».
A pesar de las críticas de la espía de ‘Pakito’, el ‘comando Ekaitz’ era el grupo más activo de ETA con gran diferencia sobre todos los demás. Y eso a pesar de que se quejaban de no recibir el dinero suficiente, ni explosivos de calidad. A principios de 1992 López Riaño volvió a Francia y en su lugar se incorporaron al comando otros dos militantes, Fernando Díez Torre ‘Marraski’ e Idoia Martínez.
El 21 de marzo de 1992 se produjo el final de la célula etarra. Ese día, Urrosolo e Idoia Martínez se encontraban en Barcelona, y ‘Pajas’ y ‘María’ en un piso de la calle Puebla de Farnals, en Valencia, desde donde habían preparado el asesinato de Manuel Broseta. Díez Torres, a su vez, se había instalado en un piso de la calle Río Tordera, de Tarragona. El día 20, la Policía cree que el comando está en el piso de Tarragona. Los geos vuelan la puerta, penetran en la vivienda y descubren que la casa está vacía. Entonces convencen a un vecino para que les preste su puerta, la colocan en lugar de la que han destrozado con explosivos y esperan en el interior a que lleguen los etarras. Al día siguiente aparece Díez Torres, que es capturado. ‘Marraski’ declara a la Policía que tiene que recibir una llamada de Urrosolo en un bar y que si no contesta sabrá que está detenido. La Policía le permite coger la llamada, pero el etarra emplea una clave –la pregunta ¿cómo está Francesca?– para decir a su jefe que está arrestado. Tras oír la pregunta, Urrosolo cuelga y llama a un piso de Puebla de Farnals para pedir que den un mensaje a ‘María’, que vive en el piso contiguo, indicándole que tiene que llamar a Barcelona. ‘María’ sale a un bar desde el que llama a Urrosolo, que le alerta de la captura de ‘Marraski’. Alberdi y Narváez abandonan la vivienda precipitadamente y ya no vuelve a saberse de ellos.
Urrosolo y Martínez llegan a San Sebastián y desde allí escriben a la dirección de ETA para que les ayuden a pasar a Francia. En la carta informan de los problemas de sus compañeros de Valencia: «Como sabéis hemos tenido problemas y Fernando (Díez Torres) ha sido detenido, los demás estamos bien, pero hemos perdido el contacto entre nosotros –explica Urrosolo–. Idoia y yo estábamos en Barcelona y hemos conseguido llegar a Euskadi. Nos encontramos en la zona de Donosti y esperamos que nos pongáis cita para el paso de muga. Nos encontramos sin documentaciones. En cuanto a ‘María’ y ‘Josu’ (Itziar Alberdi y Juan Jesús Narváez) pensamos que estarán intentando llegar a Euskadi y que se pondrán en contacto con vosotros. Lo estarán pasando muy jodido para buscarse la vida pues entre otras cosas andaban muy justos de dinero».
Águilas y palomas
Tras la fuga de Valencia se pierde la pista de Narváez y Alberdi aunque en 1993, tras el hallazgo en París de los archivos del aparato político de ETA, la Policía francesa encuentra datos que sitúan a ambos en México. Desde entonces los servicios policiales españoles han recibido diferentes informaciones que los ubicaban en una u otra ciudad mexicana. Esas pistas se han investigado siempre, pero nunca hasta el domingo pasado, casi 22 años después, habían dado resultado.
Los dos etarras se habían instalado en una doble clandestinidad, ya que ni siquiera mantenían lazos con los otros miembros de ETA residentes en México. Habían copiado un modelo que empleaban los etarras residentes en Cuba, donde ha habido un colectivo «abierto», también llamado las ‘palomas’, que se relacionaban entre ellos, y otro colectivo «cerrado», llamado ‘águilas’, que no tenían relaciones con sus compañeros como motivo de seguridad.
Reportaje de FLORENCIO DOMÍNGUEZ, EL CORREO 18/02/14